Un pastelero francés, en 1838, demandó a México pagar por los productos de su negocio que oficiales mexicanos consumieron sin dar un sólo peso. Remontel pidió ayuda a Francia, a quien México debía dinero de préstamos, para que se cumpliera su demanda y el país galo accedió a su solicitud.
El 27 de noviembre comenzaron las hostilidades entre México y Francia, el país se vio superado por los europeos y no tuvo otra que firmar un acuerdo en el que se comprometía a pagar 600 mil pesos.
Santa Anna se rindió, al perder su pierna, y México quedó indignado.
Ahora, a 168 años un reclamo injusto podría ocasionar otro conflicto similar: El muro de Trump.
Donald Trump prometió a sus votantes que construirá un muro en la frontera entre México y Estados Unidos para que los inmigrantes no puedan pasar a su país e incluso mencionó que los mexicanos deben pagar dicha construcción y que no querrían una guerra en caso de negarse.
Con la amenaza latente, ¿Qué hará México? ¿Pagará el muro? ¿La nación se humillará ante el magnate estadounidense?
Y Trump, en caso de negarse México, ¿Se atreverá a crear un conflicto similar a la Guerra de los Pasteles? O, reflexionará y se dará cuenta de que sus argumentos y petición son absurdos.
En pleno siglo XXI México sigue lidiando con fantasmas del pasado.