El Distrito Federal es una de las dos ciudades del mundo más peligrosas para viajar en taxi.
Alejandra trabaja en un colegio privado del centro de Coyoacán. Todos los días, alrededor de las 6 de la mañana, tiene que abordar un taxi a las afueras de la estación del metro de mismo nombre, justo enfrente de un conocido centro comercial.
Debido a las altas tarifas de las unidades de sitio que se encuentran ahí afuera, a menudo camina hasta la avenida Rio Churubusco para tomar un taxi que la lleve hasta la puerta del colegio.
Todo parecía una mañana normal. Hizo la parada a un vehículo con los colores habituales de un taxi sin reparar mucho en las cromáticas oficiales. Al subir a la unidad, indicó al chofer la dirección y las indicaciones para dirigirse a su destino.
Éste asintió y preguntó “¿cuánto le cobran regularmente señorita?”, argumentando que su taxímetro estaba descompuesto y que había tenido que mandarlo a reparar. Alejandra notó entonces que no había tarjetón a la vista, número de identificación en el tablero y demás requerimientos de un taxi oficial. Sin pensarlo más, acordaron la tarifa y el coche se puso en marcha.
Al cabo de unas cuadras, y aprovechando que su pasajera estaba distraía arreglándose las pestañas, el taxista tomó una ruta desconocida a toda velocidad por las calles del centro de Coyoacán. Alejandra se inquietó, debido a la oscuridad de la mañana no lograba reconocer la calle en dónde se encontraba.
-¿A dónde vamos?, preguntó entre molesta y asustada
-¡Ya chingó a su madre, ni la hagas de a pedo porque ahorita te meto un plomazo!, respondió el chofer.
No había mucho tiempo para pensar. “Ale” abrió la puerta del coche para intentar descender. El taxista aceleró sin reparar en un tope que tenía de frente. La adrenalina hizo su parte y la pasajera se dejó caer del coche en marcha pidiendo a todos los santos de su devoción que no viniese un coche detrás que la arrollara tras su caída. Todo pasó muy rápido. En segundos rodó por el asfalto sintiendo la llanta del taxi rozar su cara. Un golpe contra una jardinera frenó su rodar.
Con raspones, contusiones y la ropa raída, la joven se levantó del piso ayudada por un hombre que barría la entrada de su miscelánea y que había visto lo sucedido. Afortunadamente todo había pasado, sin embargo su bolso con sus identificaciones personales y del trabajo se habían quedado en la unidad. El auto y su chofer se perdieron entre las calles a toda velocidad confundiéndose entre miles de coches con las mismas características. ¿En qué pudo haber terminado el suceso: robo, secuestro exprés, violación?
-Más de 20 mil amenazas circulan por las calles-
Según la Secretaría de Movilidad, hasta 2014 circulaban en la ciudad de México alrededor de 20 mil taxis piratas, es decir, vehículos que no cuentan con la documentación requerida por las autoridades para su control.
Si tomamos en cuenta que el total de los taxis oficiales suman 139 mil 248, éstos representan un 14.3 por ciento extra, aunque otras empresas del ramo como smarttaxi.com.mx han realizado estudios que señalan podrían ser hasta 40 mil las unidades que a diario circulan por la ciudad sin regulación.
Esto quiere decir que si abordamos un taxi en la calle, las probabilidades de sufrir desde un simple abuso en la tarifa, hasta un asalto o un secuestro, aumentan hasta en un 28.6 por ciento.
El Distrito Federal es una de las dos ciudades del mundo más peligrosas para viajar en taxi. Se pelea por el título del primer lugar con Bogotá, la capital colombiana, seguida de Honduras, Guatemala, Perú, Madagascar y Sudáfrica.
Y a pesar de que cifras del Instituto de Verificación Administrativa del Distrito Federal (Invea-DF) y la PGJDF indican que en el último año hubo una disminución del 50% en el número de casos reportados, hasta 2012 se presentaron 640 atracos con violencia y 150 sin violencia ante el Ministerio Público.
Un año después la cifra se redujo a 395, lo que quiere decir que se reportaban, al menos, un delito todos los días, aunque estas cifras deben tomarse con cautela pues sólo contabilizan los casos denunciados ante la justicia, costumbre que la gran mayoría de los capitalinos no tenemos.
-El problema por dentro-
Y es que “oficializar” un taxi no es barato. Partamos de que se requiere un automóvil propio, placas oficiales, tarjeta de circulación, verificación, tenencia, licencia para taxi, cumplir con la revista vehicular, seguro de cobertura a terceros y taxímetro oficial. Es por eso que muchos choferes se ven obligados a “trabajar” en la ilegalidad con sus propios coches, simplemente emulando la cromática vigente y circulando en zonas y horarios con escasa vigilancia.
Quienes no son dueños de sus unidades, rentan placas y unidades por hasta 700 o 900 pesos de “cuenta” al día, por lo que se ven obligados a competir por el pasaje manejando de forma riesgosa y, cuando hay oportunidad, cometiendo abusos de tarifa o delinquiendo. Esta situación es perfecta para que los usuarios corramos el riesgo de no tener quién responda en caso de accidente o de ser asaltados por el chofer en turno.
-Con Uber y otros servicios, la legalización se ve lejos-
Y es que, a pesar de los esfuerzos y los operativos coordinados para reducir el número de unidades piratas que circulan en la ciudad, el control de este problema se antoja lejano. Jonathan Verazaluce, director técnico de la Dirección General de Servicios de Transporte Público Individual de Pasajeros de la Secretaría de Movilidad, reconoció recientemente que servicios de empresas con aplicaciones móviles como Uber o Cabify no cumplen con la ley, por lo que están catalogados como “ilegales”.
A pesar de su constante promoción, el funcionario fue claro al decir que dichos servicios “no podrán ser regularizados porque operan con autos particulares. No son concesionarios y deberán desaparecer”.
En ese sentido, el gobierno de la ciudad ha realizado una serie de operativos contra taxis irregulares y, aunque en un principio Rufino H. León Tovar -exsecretario de Movilidad del Distrito Federal- dijo frente a los representantes de organizaciones de taxistas que dichos operativos arremeterían también en contra de empresas virtuales, poco después fue desmentido por la secretaría a su cargo a través de su cuenta de Twitter con el siguiente mensaje.
“El Secretario @HLeonRufino ha reiterado que no se iniciarán operativos en contra de @Uber_DF y @Cabify_Mexico”
En contraste, dicha secretaría pretende “controlar” se plantea crear una calcomanía para que los usuarios puedan distinguir entre un taxi oficial y uno pirata. Sin embargo, para las empresas que prestan el servicio vía una aplicación para celular no hay nada claro, por lo que seguirán en la ilegalidad.
Mientras no exista una respuesta eficaz al problema del transporte en la ciudad y a la regulación de los vehículos que prestan el servicio de taxi, situaciones como las de Alejandra seguirán siendo comunes, no sólo en Distrito Federal, sino en el Estado de México y otros estados de la República en los que el problema es aún mayor. De momento, sólo podemos recomendarte poner atención en estos aspectos a la hora de abordar un taxi en la calle.
-Consejos para abordar un taxi-
Revisa las placas: los taxis oficiales tienen la letra “A” o “B” precedida de cinco números en su placa. Cualquier placa diferente, a pesar de la apariencia, es pirata.
Registro en las puertas: fíjate que el número de placas esté plasmado en una de las puertas del vehículo, que presente las características antes mencionadas además de que ambas coincidan entre sí.
Fíjate en el tarjetón: este deberá estar colocado en la ventanilla derecha trasera, bien a la vista, con la fotografía del chofer y todos sus datos.
Fuente : Letra Roja