La identificación única universal aún está muy lejos de ser una realidad; sin embargo, tener un ID único que nos identifique transaccionalmente no es algo tan descabellado como podríamos pensar.
Tener una sola identificación para todo es algo que nos haría más conveniente la vida a todos los ciudadanos.
Imagínate si con una credencial pudieras hacer todos los trámites que necesites, acreditar tu identidad, tu edad y tus derechos. Ya sé, precisamente eso es la credencial para votar.
Pero imagina que también, esa única credencial te habilita para manejar un auto (como la licencia de conducir, siempre que hayas comprobado que es seguro dejarte manejar), que es una identificación válida para salir e ingresar de nuevo al país (como un pasaporte).
O que en ella tienes disponible toda la información importante en tu vida, desde los números y balances de tus cuentas de banco, hasta tu información de salud, alergias y padecimientos.
Suena muy bien tener toda esa información y capacidades en un solo ‘Paquete’, ¿no es así?
Y si para nuestra vida cotidiana esto sería muy conveniente, ¿por qué no lo sería también para la manera en que llevamos las transacciones en nuestras empresas, o en nuestras personas?
Lamentablemente, la identificación única universal con la que inició este texto aún está muy lejos de ser una realidad; sin embargo, tener un ID único que nos identifique transaccionalmente no es algo tan descabellado como podríamos pensar.
Tener un identificador único es uno de los pilares para lograr la Transformación Digital de los que llevo hablando en distintas conferencias en los últimos cinco años.
Vamos a entrar de nuevo en el terreno de la imaginación, pero qué tan genial sería poder realizar transacciones, solicitar operaciones financieras y acreditar nuestra valía para este tipo de movimientos, de nuevo, todo con un sólo paso para identificarnos.
En México, poco a poco, vamos convirtiéndonos en pioneros de este tema y aunque aún falta, no veo tan descabellado que en los próximos años podamos tener un identificador fiscal único.
Los primeros pasos los dimos hace 14 años, con la homologación de la Firma Electrónica Avanzada entre el SAT, Banco de México, SHCP, Secretaría de la Función Pública y Secretaría de Economía.
En los años siguientes, la introducción del Comprobante Fiscal Digital (CFD) por Internet fue el siguiente en una serie de pasos para imbuir de información todos los pasos de la transacción.
Información que hoy en día todas las empresas pueden aprovechar para descubrir datos y tendencias sobre la salud de su flujo financiero; y el siguiente paso, es aprovecharlo precisamente para mejorar ese flujo.
Imagínate (sé que ya te pedí que te imaginaras muchas cosas hoy) que, en lugar de historial crediticio, las instituciones financieras utilizaran la información contenida en tu Firma Electrónica, en tus CFDIs y enlazada con tu RFC o el de tu empresa, y eso fuera suficiente para acceder a herramientas de capital, como créditos empresariales.
Creo firmemente que ese es el camino que debemos seguir en México y el mundo para darle certidumbre a las empresas, inyectarlas de capital y darles más herramientas para sobrevivir saludablemente.
Tal como lo mencioné unas líneas más arriba: esto es uno de los pilares de la Transformación Digital, y ese es un proceso que no vamos a poder parar.