En entrevista en la oficinas de El Expreso, Gabriel Estrada Martínez, quien en días pasados hizo que la tienda Bodega Aurrerá le respetara el precio exhibido de una pantalla de plasma de 39 pulgadas, narró la experiencia vivida.
Relató que festejaba una reunion con sus familiares en su hogar, pero debido a que se acabaron los refrescos, en compañía de uno de sus sobrinos acudió a Bodega Aurrerá, ubicada en la carretera antigua a Mérida.
“Entramos la tienda y de inmediato nos acercamos a ver un estéreo que nos había gustado, estábamos en el parea de electrónica cuando vi el precio de la pantalla de plasma y me llamó tanto la atención, que le tomé una foto al precio y se la envié a mi esposa”, comentó Gabriel Estrada.
“Mi esposa me dijo que preguntara si ese era el precio, así que fui con las señoritas de la caja y le dije que si ese era el precio y me dijo que sí, entonces le dije que quería esa pantalla, de pronto la cajera y otra más se miraron, se pusieron nerviosas, luego me dijeron que el precio era de $6,999”, relató.
“Les dije que el precio que tenía era de menos de un peso y que esa quería comprar, entonces me insistieron en que el precio era de casi $7,000, mientras hablaba con las cajeras otro empleado corrió y quitó el precio, los vi y les dije que ya había tomado la foto y que quería hablar con el gerente”, mencionó Gabriel.
“Esperé como 20 minutos y me atendió el subgerente, me dijo que a lo mejor había sido un error, entonces le contesté que la señorita de la caja me dijo que ese era su precio y debían respetarlo, la cosa fue que como vi que no lo harían válido acudiría a la Profeco y me dijo que estaba en mi derecho de hacer lo que quisiera, así que el lunes acudí a la Profeco a presentar mi queja”, externó.
Continuó diciendo que el miércoles al medio día recibió una llamada de la Profeco en la que le decían que al parecer en la tienda le iba a respetar el precio y que necesitaban que se presentar en el súper.
“Cuando entramos a hablar con el gerente el de inmediato autorizó que se me respetara el precio de menos de un peso por la pantalla, yo no quise fregar a nadie, no sé si los empleados van a pagar e artículo, pero si no lo hacía yo, cualquier otro cliente iba a hacer que le respeten el precio que tenían en exhibición”, añadió.
Gabriel afirmó que su hija de seis años es quien goza de la pantalla, pues la colocaron en su cuarto.