Hasta el momento las autoridades del Estado de México, no han presentado avances para conocer a los responsables del crimen.
En el hogar no hay risas, gritos o baile, algo raro en un lugar con una adolescente y un niño inquieto, se siente un vacío, de esos que quedan cuando algo que uno ama de manera incondicional se va y no vuelve jamás.
De pronto, como un destello, aparece una imagen frente a Crisanta de esas que se incrustan permanentemente en el corazón y en la mente, Karen está acostada el piso frío del baño, no se mueve, Erik también permanece quieto, muy quieto, alguien, se robó el aliento de ambos, no respiran.
Crisanta, no cree lo que ve, es una pesadilla, de esas que uno pide que se acaben, por Dios que se acaben, pero desde aquel 5 de agosto, se ha vuelto el momento más horrible que combina todos los sentimientos negativos, estupor, miedo, llanto, desolación, añoranza, rencor.
Preguntas muchas: ¿Qué les paso?, ¿Cuándo les pasó?, ¿Por qué les pasó?, ¿Quién les hizo daño?, ¿Por qué a ellos?.
La niña “coqueta” de Crisanta, no va a regresar, en el camino dejó sus sueños para ser abogada, aquella que equilibra lo injusto de lo justo, aquella que ayuda al desvalido, aquella que regala sonrisas a los demás y que busca respaldar a las mujeres.
De los ojos hinchados de la madre de Karen brotan lagrimas, muchas lagrimas, queda el sabor amargo, muy amargo y a su lado una imagen inmóvil de su niña.
“Ellos llenaban mi vida, mis horas, mis momentos, ¿Por qué Dios no los cuido? Yo se lo pedía tanto, siempre se los encomendaba antes de irme a trabajar, igual y no me oyó, tal vez porque había más madres pidiendo lo mismo” señala con voz tenue.
Crisanta toma un trozo de papel para limpiar su rostro enrojecido, suspira, frente a sí muchos jóvenes y adultos la abrazan, pero esos gestos solidarios no sustituyen los apapachos de su “coqueta”.
Desde ese día, Karen se suma a la lista de mujeres que han sido asesinadas en el Estado de México, que han convertido a la entidad en una de las cunas del feminicidio.
“Yo sigo diciendo que es un mal sueño, una pesadilla, de la que quiero despertar y quiero que mis hijos esten aquí, quiero que estén en casa, quiero me digan lo mismo de siempre, mamá te quiero.” concluye Crisanta.