Rolando “quería morirse” cuando cada mañana veía los 14 vehículos que tenía dados de alta en Uber, estacionados afuera de su casa.
Quien fue uno de los primeros socios de Uber en Guadalajara comenzó a ver cómo se ponchaba su negocio por falta de trabajo en la calle y los cambios en las reglas de operación para los socios de la plataforma.
Fue a mediados de 2014 cuando Rolando Martínez escuchó hablar de Uber, la cual le dijeron, era un servicio de transporte prémium que acababa de llegar a Guadalajara y estaba buscando socios que tuvieran vehículos nuevos y de lujo para ofrecer el servicio Uber Black en la zona metropolitana.
Recordó que en la primera reunión que tuvo con los encargados del proyecto Uber le dijeron que cada vehículo que ingresara para ofrecer el servicio de transporte le generaría ingresos por 10 mil pesos a la semana.
Rolando, quien toda su vida se había dedicado a la venta de bienes raíces, consideró que podía ser una buena opción para crecer su patrimonio, sin embargo ahora cuenta que esto no sucedió.
Rolando aseguró que la empresa le informó que podía dar de alta el número de vehículos que deseara, por lo cual, a inicios de 2015 él ya operaba tres unidades de lujo en la plataforma, los cuales adquirió deshaciéndose de las propiedades que tenía en el sector inmobiliario y dejando de invertir en nuevos departamentos.
Con tres vehículos operando, Rolando facturaba los prometidos 10 mil pesos a la semana, y aunque tenía que pagar gasolina, mantenimiento, sueldos de los conductores y el uso de la aplicación, los primeros meses le pareció haber entrado a un negocio muy rentable.
Para entonces, la plataforma ya había lanzado su servicio económico Uber X, con vehículos como Aveo, Yaris o Tiida.
Rolando solicitó un financiamiento en el banco para adquirir más vehículos, hasta llegar a tener 14 coches operando, con una inversión total de unos 2 millones de pesos desde que entró a Uber. Pero el negocio comenzó a caminar a marcha forzada después de la Semana de Pascua de 2015, ya que las ganancias comenzaron a caer en un 50 por ciento, situación que atribuyó a la entrada masiva de vehículos para ofrecer el servicio en la Ciudad.
Entonces notó un cambio en las reglas de operación de la empresa, ya que comenzaron a cobrar por los exámenes que se aplicaban a los candidatos a conductores y revisión de los vehículos en talleres autorizados, gastos que corrían por su cuenta.
Actualmente Rolando oferta los vehículos que le quedan en los avisos de ocasión. Intenta recuperar una parte de su inversión para saldar deudas, reintegrase al negocio inmobiliario, reconstruir su patrimonio y recuperar su salud emocional.