Puebla.- La administración de Enrique Peña Nieto, esa la del ‘Nuevo PRI’, es la más sinvergüenza que se ha visto en años en México: dispendio, cinismo, abusos de poder, compadrazgo, robos, asesinatos, delincuencia por las nubes, cobijo de ex gobernadores saqueadores y demás piltrafas que debemos sacudirnos de encima.
Sin embargo otro pecado se le suma a la lista de acciones impresentables del ‘Grupo de Atracomucho’: durante la administración del mexiquense se ha registrado el peor robo de combustible más alto de la historia.
Pemex ha reportado pérdidas por hasta 30 millones de pesos en 2016 y el Gobierno Federal no ha impulsado una sola acción para detener este robo, en el cual, hay civiles, policías de los tres niveles de gobierno implicados, políticos y hasta empleados de Pemex implicados.
Recientemente el Estado de Puebla ha destacado por la problemática de robo de combustible a través de tomas clandestinas. Los ‘huachicoleros’ son los encargados de vaciar los ductos de Petróleos Mexicanos, pero el combate no ha sido nada eficiente.
Los especialistas apuntan que se tiene que tener una visión a largo plazo para detener este saqueo a la nación. Además apuntan que los operativos están hechos ‘a modo’ pues agentes estarían evitando montar verdaderos operativos y realizar su trabajo de inteligencia.
Édgar Cortez Morales, investigador del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia, explicó: “las autoridades más inmediatas podrían estar omitiendo su responsabilidad de denunciar, pero también pareciera que las policías tanto federales como estatales están omitiendo trabajos de inteligencia”.
Es decir, podemos pensar que no hay una lucha real para acabar con los ‘huachicoleros’.
En el famoso ‘Triángulo rojo’, seis municipios en Puebla donde los hampones ordeñan ductos de Pemex y se enriquecen con el ‘oro negro’ que pasa por allí y el cual representa el 40 por ciento del que llega a la Ciudad de México.
Ahora este sitio está a punto de terminar como un estado fallido pues ahora las bandas criminales están reclutando a pobladores de la zona. A estos se les ofrece participar del negocio y que se lleven una parte de la ganancia por ser cómplices y ‘echar aguas’ a quienes ordeñan los ductos.
“En situaciones de desigualdad, los huachicoleros encuentran un tejido social que no llena la política, y les permite a ellos suplir y generar lealtades comunitarias. Eso ha pasado con el cultivo y tráfico de drogas, secuestro y robo de vehículos, porque al fin de cuentas las personas ahí ven la posibilidad de mejorar sus ingresos”, dijo Cortez.
El robo de combustibles creció a pasos agigantados en los últimos años. En el sexenio del ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa las cifras pasaron de 323 tomas clandestinas en el 2007 a mil 635 en el 2012; un aumento en ese periodo de 406 por ciento.
La tendencia continuó con Peña Nieto: su primer año de Gobierno cerró con 2 mil 612 tomas clandestinas, y al finalizar el 2015 se reportaron 5 mil 252, de acuerdo con el Informe de Sustentabilidad 2015 de Pemex; esto es, un aumento del 101 por ciento.