La tripa exige qué comer a las tres de la tarde, Alejandro y Enrique, dos mototaxistas, paran su moto en la esquina de la Electra de Conmofort y Norte 15 de la colonia Independencia.
Toda la mañana del sábado 19 de agosto, trataron de liberar del encierro una de sus motos, remitidas por personal de Movilidad a un corralón.
“Ándale Enrique vamos a echarnos unas quesadillas”, dice Alejandro, a la vez que paró su moto color roja.
Ya habían bajado de su “potro”, el hambre apretaba; querían pedir sus quesadillas para saciar su apetito.
De pronto se frenó la patrulla municipal 528, y de ella bajaron dos uniformados. “Ustedes son ratas!!”.
Alejandro y Enrique quedan pasmados por la acusación. “No señor, nosotros somos mototaxistas”, expresaron los muchachos, y explicaron que iban a comer unas quesadillas.
Al momento llegaron otras dos patrullas municipales, sin mayor explicación a Alejandro lo subieron a una patrulla y a Enrique, a otra.
La moto la subieron a otra unidad policiaca.
Pero en vez de que los municipales los llevaran a la agencia del Ministerio Público de Valle de Chalco para que se presentará la presunta víctima a reconocerlos, los anduvieron paseando por las calles de Valle de Chalco.
Literalmente los secuestraron con el señuelo de que habían cometido un robo.
“Nos estuvieron dando vueltas desde las 15 horas hasta las 19 horas, a pesar de que les decíamos que éramos inocentes, no nos creyeron, no nos presentaron a un Ministerio Público”.
“Ustedes asaltaron a un chavo y para desafanarse les va a costar 15 mil pesos”, les dijo uno de los policías municipales de Valle de Chalco.
“No señor, nosotros no fuimos. Llevenos con la persona que nos acusa y verá que no fuimos nosotros”.
Los policías se vieron entre sí e hicieron un gesto cómplice.
Enfilaron las patrullas a una gasolinería ubicada en Tezozomoc y la López Mateos, cerca de la estación de bomberos.
“Cierra los ojos para que no lo vean”, le ordenan a Alejandro. Él escucha la supuesta acusación. “Sí son ellos, me hicieron la china”, escuchó.
“No pude ver a la persona que nos acusaba, pero hablaba como si estuviera tomado o drogado”, recordó Alejandro.
Ahí, se dio cuenta de que era una treta de la policía municipal para obligarlo a pagar los 15 mil pesos para pagar por su libertad.
Al principio Alejandro y Enrique sintieron miedo por ser confundidos por ladrones en moto, después empezaron a reflexionar de sí había un delito porqué no los llevaron a la agencia del ministerio con la parte acusadora.
Alejandro se dio cuenta del engaño y le dijo a la supuesta víctima “Este es un cuarto carnal, pero hay un Dios, lo van a pagar”
Los policías presionaron para que Alejandro pagará los 15 mil pesos, pero no se esperaba que llegara el comisario de la policía municipal, Raymundo Mora Esquivel, a decirle:
“Tienes cinco minutos para ver cómo quedamos, sino te llevamos al MP”.
Alejandro le contestó: “Porqué, si no hice nada, me están privando de mi libertad”.
Al ver al jefe de la policía de Valle de Chalco involucrado directamente en ese engaño, Alejandro ya no dudó que lo único que quedaba era aceptar la extorsión.
En las mismas patrullas lo llevaron a su casa en la colonia Guadalupana 1, dónde habló con su familia para empezar a reunir el dinero.
“Estaba asustado” reconoció Alejandro, pero su familia no reunía el dinero, así que sus hermanas Ariana y María del Pilar, tuvieron que hablar urgentemente con sus padres al estado de Tabasco, para que les enviaran dinero.
María del Pilar recibió cuatro mil pesos enviados por sus padres desde Tabasco a una tienda Coppel, para juntarlo con lo que tenía Alejandro para liberar su mototaxi del corralón y hasta lo del gasto para la comida.
Pero solo reunieron ocho mil 500 pesos, los policías aún les exigían 10 mil pesos, ya no los 15 mil.
“Ya no tenemos más dinero”, les dijeron.
Las hermanas le entregaron los ocho mil 500 pesos los policías que al recibir el dinero cambiaron de actitud.
Les dijeron que ahora solo irían con un juez conciliador a firmar un documento para que Alejandro y Enrique “no se metieran con la víctima” que por cierto nunca hizo acto de presencia ni se le vio.
El dinero se les dio a una cuadra de la agencia del ministerio público y luego Alejandro y Enrique fueron llevados a la dirección de Seguridad Pública dónde le dijeron que “le tenían que dar una mochada al juez conciliador”.
Alejandro que antes de ser mototaxista era empleado del municipio, intentó conseguir una cita con el alcalde Ramón Montalvo Hernández, para explicarle lo que le pasó, pero no tuvo suerte.