Ingenieros de una empresa canadiense han desarrollado una tecnología viable y rentable para capturar el dióxido de carbono liberado al aire, transformarlo en nuevos combustibles limpios y contribuir así a la reducción de emisiones contaminantes.
Su trabajo, publicado hoy en la revista Joule, no destaca por la tecnología de captura directa de aire, ya experimentada, sino por la implementación exitosa de una planta piloto de trabajo a escala y rentable.
De hecho, las instalaciones de la empresa Carbon Engineering en la provincia canadiense Columbia Británica ya están capturando dióxido de carbono atmosférico y generando combustibles a partir de él que pueden usarse para descarbonizar el sector del transporte.
El fundador y jefe científico de la compañía, David Keith, y sus colegas han realizado un análisis completo del proceso y estiman que realizar una captura directa de aire a escala significativa puede costar de 94 a 232 dólares por tonelada de dióxido de carbono extraído.
Este cálculo contrasta con las estimaciones de hasta 1.000 dólares por tonelada obtenidas en análisis teóricos.
Además, estos expertos creen que es lo suficientemente bajo como para empezar a pensar en la captura directa de aire como método viable y rentable para lidiar con las emisiones de carbono resultantes del sector del transporte, que suponen aproximadamente un 20 % del total.
“Fabricar combustibles que son fáciles de almacenar y transportar alivia el desafío de integrar las energías renovables en el sistema energético”, sostiene Keith, también profesor de física aplicada y políticas públicas en la Universidad de Harvard (EE.UU.)
La tecnología de captura directa funciona de la siguiente manera: ventiladores gigantes atraen el aire hacia una solución acuosa que detecta y atrapa el dióxido de carbono, el cual gracias al calor y otras reacciones químicas queda listo para ser transformado en combustible o almacenado.
Los combustibles resultantes, incluidos gasolina, diesel y el que usan los aviones, son compatibles con los sistemas de distribución existentes y la infraestructura de transporte.
El dióxido de carbono liberado a la atmósfera durante siglos de emisiones no controladas es una materia prima prácticamente ilimitada con potencial para ser transformada en nuevos combustibles, como asegura Steve Oldham, director ejecutivo de Carbon Engineering.
“No nos vamos a quedar sin aire pronto”, subraya Oldham.
Una vez probado que los costos son razonables usando equipos industriales estándar, el siguiente paso para la compañía es avanzar hacia la instalación de plantas capaces de producir 2.000 barriles de combustibles por día.
De acuerdo con Keith, “aunque la captura de aire no es una solución mágica ni barata”, sí es una tecnología viable “para producir combustibles neutros en carbono en el futuro inmediato y eliminar carbono a largo plazo”.