Desde 1991, los mexicanos han visto la creación y desaparición de 14 “chiquipartidos”, que no han trascendido en contiendas electorales, pero sí han recibido más de 2 mil 266 millones de pesos de financiamiento público.
El grueso de éstos desapareció sin rendir cuentas y el patrimonio adquirido, con recursos públicos, fue botín para sus dirigentes. Antes de que se regulara la extinción de un partido, éste desaparecía sin mayor trámite y todos los recursos financieros y bienes quedaban en manos de sus dirigentes como patrimonio personal, salvo contadas excepciones.
Por ejemplo, en el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, nacido en 1985 y extinto en 2002, aunque se desconoce el monto total que recibió, tan sólo de 1992 a 1997 sus dirigentes manejaron alrededor de 93.6 millones de pesos.
En 2000, en que hubo votación para renovar al Presidente de la nación, el partido Democracia Social contó con 54.5 millones de pesos entre financiamiento ordinario, de campaña y por actividades específicas, pero apenas obtuvo 1.57% de los votos a nivel presidencial.
El PARM estuvo peor. Tuvo recursos por 53.5 millones de pesos y alcanzó 0.42% de los votos (157 mil). El Partido Centro Democrático tuvo más votos, 0.55 % (208 mil) y 54.7 millones de pesos en total ese año.
Actualmente, el Partido Humanista está en proceso de liquidación por no haber alcanzado 3% de votos en las elecciones federales de 2015.