Flanqueado por co-gobernantes en todos los frentes de distinto signo político –gobierno federal, Poder Legislativo estatal y autoridades municipales, además de una súper coordinación federal– cualquiera diría que el gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo Maza, tendrá más de cinco años de noches, y sus días, de insomnio.
Sin embargo, apenas se conocieron los resultados del vendaval morenista, fue de los pocos en asumir y entender la situación al actuar de manera institucional frente al Presidente electo y ante la nueva situación con sus actores políticos, tanto del país como de la entidad más poblada del mismo. Y además que, justo por esos resultados, tendrán una pasarela de importancia gobernando a la mayor parte de los 16 millones de mexiquenses.
Es preciso detenerse en esto: Si el ascenso de los que serán gobernantes morenistas se lo deben en gran medida al tremendo oleaje de una figura, esta vez las cosas tendrán su propio peso con la actuación individual, tanto en el ámbito municipal como legislativo. Su labor es, pues, realizar una tarea lo mejor posible, evitando incurrir en errores, para que esto no sea verano de una sola golondrina.
Es el mismo caso del gobernador Alfredo del Mazo Maza, quien tendrá más de cinco años para tratar de recomponer al maltrecho y alicaído priismo, a partir de su propio desempeño en las tareas de gobierno. El compromiso es mucho más que gobernar bien y entregar buenos resultados en distintos rubros.
Si las cosas resultan al revés, entonces sí es posible comenzar a conceder la razón a quienes ya dan por muerto, con mucha anticipación, a ese instituto político.
Porque la nueva geografía política nacional, donde el mandatario quedó involuntariamente como la figura de mayor peso del PRI, supone no un forcejeo entre posturas encontradas, pero sí un esfuerzo redoblado por alcanzar acuerdos que permitan superar carencias en la entidad –es la de mayor número de pobres– y deficiencias en la aplicación de estrategias de combate a la inseguridad.
También, la actuación frente a un Poder Legislativo local donde el PRI es una de las minorías –muy “mínimas”, en este caso– debe ser, más que un obstáculo, una vía para promover avances en todos los rubros. Algunos de los legisladores opositores que tendrán un papel relevante en la próxima legislatura mexiquense ya han figurado en esas labores, de modo que lo que cabe esperar es un trabajo político intenso y de respeto mutuo a la separación de poderes.
Es el caso también de varias figuras políticas que alcanzaron el triunfo para encabezar los gobiernos municipales, y que ya desempeñaron el mismo cargo pero bajo otras siglas en otros tiempos. Toluca, Atizapán de Zaragoza, Huixquilucan, son ejemplo de la madurez de los actores municipales, de colaboración y respeto en cada ámbito de influencia.
Por otro lado, habrá que ver el desempeño de quien, se afirma, será la titular de la coordinación del gobierno federal en el Estado de México, la ex alcaldesa, ex diputada federal y, para efectos prácticos, ex senadora Delfina Gómez Álvarez, adversaria de Del Mazo en las elecciones para gobernador el año pasado.
No se trata de un virreinato, como se dice respecto de estos nombramientos, pero sí de una cuña con cierto arrastre, enfilada además para lo que se ofrezca dentro de unos cinco años en la entidad.
De ahí la importancia del gobernador de encabezar una administración doblemente efectiva, de resultados.