En otro estudio reciente en el Journal of Climate, los investigadores encontraron intensificaciones más rápidas de las tormentas en una simulación de un mundo calentado por humanos.
Peligrosos huracanes como Michael, que se intensifican rápidamente de la noche a la mañana, es probable que se vuelvan más frecuentes y graves a medida que el planeta se calienta, afirmaron expertos.
El científico de huracanes Kerry Emmanuel, del Insitituto Tecnólogico de Massachussets (MIT), sostiene que es probable que este tipo de meteoros sean cada vez más frecuentes y aumenten de uno cada 100 años a uno cada cinco a 10 años.
En un artículo titulado: “¿El calentamiento global hará que el pronóstico de huracanes sea más difícil?”, publicado en el boletín de la Sociedad Estadunidense de Meteorología, Emmanuel argumentó que la rápida intensificación de estas tormentas tropicales toman a poblaciones con la guardia baja, aumentando la posibilidad de un mayor número de victimas.
En el caso de Michael, que arrasó con México Beach y Panamá City en el Panhalde del noroeste de Florida, pasó en 24 horas de ser un fuerte huracán categoría 1 con una presión mínima de 973 milibares, a uno temible categoría 4 con vientos de 250 kilómetros por hora y una presión mínima que bajó a 919 milibares, una de las más bajas de cualquier huracán que haya azotado a Estados Unidos.
Al cruzar las aguas del Golfo de México, Michael encontró aguas cálidas cuya temperatura osciló entre 1 y 2 grados Celsius (1.8 a 3.6 grados Fahrenheit) más cálido de lo normal. Eso representa una enorme cantidad de energía adicional para un huracán, más allá de lo que el cálido Golfo ya proporciona en esta época del año.
Emmanuel recordó el huracán Patricia, de octubre de 2015, como otro ejemplo de este fenómeno.
Este huracán golpeó una parte relativamente despoblada de la costa del Pacífico mexicano como categoría 4 en la escala Saffir-Simpson, de un máximo de cinco niveles, con vientos de 241 kilómetros por hora luego de alcanzar vientos sostenidos de 346 kilómetros por hora, convirtiéndose en el ciclón tropical más fuerte jamás medido.
Durante un período de 24 horas entre el 22 al 23 de octubre de ese año, Patricia se intensificó con una asombrosa velocidad desde un huracán categoría 1 a uno de categoría 5.
“Si la tormenta hubiera tocado tierra al final de este período de rápida intensificación, el resultado podría haber sido catastrófico dada la pobre anticipación de la magnitud del evento”, señaló Emmanuel.
Este proceso de “intensificación rápida”, extremadamente peligroso cerca de la costa, es algo que se repite últimamente, de acuerdo con el experto.
Técnicamente el Centro Nacional de Huracanes (CNH) de Miami lo define como un aumento en la velocidad del viento de 56 kilómetros por hora o más en 24 horas.
Todos los peores huracanes de los últimos dos años, Harvey, Irma, María, Florence y Michael, se intensificaron aún más rápidamente que esto.
María aumentó la impresionante velocidad de vientos en 128 kilómetros por hora, saltando de una tormenta de categoría 1 a categoría 5 en 24 horas, poco antes de su catastrófica entrada a Puerto Rico que finalmente dejo miles de muertes.
Harvey en Texas y Michael no se fortalecieron tan rápido, pero se intensificaron rápidamente en las horas cruciales antes de llegar a su último desembarco continental en Estados Unidos.
Los científicos del clima han comenzado a centrarse en la rápida intensificación de los huracanes como una característica cada vez más frecuente en un mundo con mares más cálidos.
Con el aumento de las poblaciones costeras, la habilidad limitada en el pronóstico de la intensidad y el aumento constante del nivel del mar, este aumento potencial en los huracanes que se intensifican rápidamente puede resultar en un “riesgo de una mayor frecuencia de precipitaciones de alta intensidad poco anticipadas que conducen a tasas más altas de lesiones y muertes”, anotó Emanuel.
El científico recomendó que se ponga “un mayor énfasis en mejorar la predicción de la intensidad de los huracanes y en preparar a las poblaciones para responder a los huracanes de alta intensidad en el corto plazo”.
En otro estudio reciente en el Journal of Climate, los investigadores encontraron intensificaciones más rápidas de las tormentas en una simulación de un mundo calentado por humanos.
“La rápida intensificación de estas tormentas, que fue parte de lo que las hizo tan peligrosas y devastadoras, es algo que los modelos nos dicen que el calentamiento global debería hacer más común a nivel mundial durante el presente siglo”, dijo Gabriel Vecchi, científico del clima en la Universidad de Princeton y uno de los autores del estudio.
“Sin embargo, no creo que esté en posición de decir de una forma u otra, si el calentamiento global desempeñó un papel importante en la rápida intensificación de Michael”, advirtió.
“Debemos planificar a largo plazo de manera que se reconozca el impacto combinado que las emisiones de gases de efecto invernadero y otros factores humanos como la urbanización cerca de las costas tienen en aumentar nuestro riesgo futuro de huracanes”, apuntó.
La mayor mortalidad debido a huracanes está dominada por un pequeno número de ciclones.
Desde 1971, los ciclones tropicales, incluidos todos los huracanes, tifones, tormentas tropicales y depresiones tropicales, han matado a 470 mil personas (aproximadamente 10 mil por año) y causaron daños por un valor de 700 mil millones de dólares, según la base de datos internacional de desastres EM-DAT.
La mayoría de estas muertes fueron causadas por unas pocas tormentas. Por ejemplo, tres huracanes del Atlántico, el Great Galveston de 1900, el Lake Okeechobee de 1928 y el Katrina de 2005, causaron el 56 por ciento de todas las muertes por ciclones en Estados Unidos.
(Con información de forbes)