Cuando se habla del aceite de oliva vemos que las repisas del supermercado ofrecen una variedad de opciones; desde el regular, el virgen, el extra virgen e incluso light. ¿Cuál es la diferencia?
Las variedades de aceite de oliva se diferencian no por el tipo de aceituna que se usa, sino por el proceso utilizado para extraer el aceite, los aditivos, y el nivel de ácido oleico. Es decir, el grado que indica cuando la grasa se descompone en ácidos grasos. Estos pueden variar en sabor y calidad, y el color es solo un factor pero no el más distintivo.
Aceite de oliva
Es el que encontrarás como aceite de oliva a secas. Es una mezcla de aceite de oliva refinado (procesos químicos) como máximo un 90% y aceite de oliva virgen o virgen extra. Tiene poco o nada de aroma, sabor o color. Se recomienda usar para hornear, saltear, asar a la parrilla y freír.
El aceite de oliva virgen
Según la clasificación de los estándares del Consejo Oleícola Internacional, es el segundo después del extra virgen. Es un aceite sin refinar, se obtiene mediante métodos de extracción mecánicos (proceso de decantado y centrifugado).
El aceite de oliva extra virgen
Es el aceite de oliva de la más alta calidad que puedes comprar. Hay normas muy específicas que se deben cumplir para recibir la etiqueta “extra virgen” pues no se trata con productos químicos ni está alterado por la temperatura. Conserva un sabor de oliva más natural, contiene más de las vitaminas y minerales naturales que se encuentran en las aceitunas. Por lo general, tiene un color verde dorado y un final picante.
¿Pueden ser sustituidos el uno por el otro?
La respuesta simple es sí. Pero se recomienda usar el aceite de oliva extra virgen crudo. Ya sea para mojar pan, en aderezos, hummus, jocoque, salsas y platos que no se cocinarán.