El columnista de El Financiero, Sergio Negrete Cárdenas, escribe un análisis sobre el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, y, de acuerdo a su argumentación, lo sitúa como “el peor presidente electo de la historia”.
Para Negrete Cárdenas, AMLO ejerce el poder presidencial de manera anticipada, sin contrapesos y “presumiendo” que él es “el que manda”. Ante la retirada obligada de EPN , AMLO ya gobierna, hace y deshace.
Escribe Negrete, “La transición dislocada es grave dada la esquizofrenia que provoca. Lo peor es el curso que ha tomado el futuro presidente. López Obrador se ostenta como un profundo conocedor, amante, de la historia de México. Puede serlo, aunque nada tendría de raro en un político. Lo que sí lo distingue es su obsesión por la historia: El nombre de su coalición electoral, las fotos a su espalda en su casa de trabajo, la comparación que hace de su persona con héroes nacionales… y por supuesto la “cuarta transformación”, la promesa de un gobierno histórico”.
Continúa el columnista: “Ya está haciendo, aunque quizá no en la forma que esperaba: López Obrador es el peor presidente electo en la historia del país. Lo es porque ya ejerce poder, y lo es por las decisiones tomadas. Hay positivas, por supuesto, pero su impacto ha quedado eclipsado por las numerosas sombras”.
El poder destructivo de una presidencia sin freno o contrapeso, y que manifiesta esa fuerza sin pudor o respeto por las formas. Una ideología que no plantea construir, sino destruir el “neoliberalismo” como brújula para guiar la política pública. La certeza, no creencia, que el poder político puede doblegar a la economía. La erección del presidente como siervo e intérprete del Pueblo (con mayúscula), y por tanto en Guía de la Nación (con mayúsculas), con consultas “democráticas” que se presentan como reflejo de la voluntad popular, aunque no engañen a nadie. Sólo falta una proclama digna del Rey Sol: “el Pueblo soy Yo”.
Lo que comienza a verse en un sector de los columnistas que tienen en la mira atacar a López Obrador, particularmente donde le duele más. Acusar a AMLO ase autoritario es tumbar todo su discurso e imagen, es cortar de tajo el personaje democrático que ha construido a lo largo de más de cuatro décadas de vida política. Tener éxito en la apuesta será difícil para quienes “jueguen ese número”, pero un “golpe de suerte” y un poco de ayuda que les pueda dar AMLO, marcarán la diferencia.