Jorge Zapata, nieto del “Caudillo del Sur”, se detiene a pensar un instante. Luego exhala: “Más que traicionado, me siento decepcionado de la Cuarta Transformación. Y no sólo yo: millones de gentes que votamos con la esperanza del cambio hoy nos sentimos decepcionados. Queríamos un cambio y nos salió vana la nuez”.
Este campesino, cuyo lazo familiar con el general Emiliano Zapata ha sido puesto en duda innumerables veces, añade: “No hay vuelta de hoja: estos megaproyectos de muerte que están imponiendo en todo el país son para que unos cuantos –la mayoría extranjeros– vengan a enriquecerse con nuestros recursos, y está en nosotros que les entreguemos todo o defendamos todo, pensando ya no en nosotros sino en las futuras generaciones. La lucha que se avecina no es por nosotros. Es por las futuras generaciones”.
El 1 de julio de 2018, como todos los opositores al Proyecto Integral Morelos (PIM), Jorge salió a votar. Y lo hizo, dice, por Andrés Manuel López Obrador. Muchos de sus compañeros son militantes activos de Morena desde su fundación.
Meses después, en enero pasado, Jorge presentó una solicitud para conformar el Partido Auténtico Zapatista (PAZ). En esos días el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) había cargado fuerte contra el presidente López Obrador por los megaproyectos que intenta impulsar, en particular el Tren Maya.
Jorge descalificó fuertemente a los zapatistas: “Son una invención de Carlos Salinas de Gortari –declaró–. No estamos de acuerdo con ellos. Yo no comulgo con ellos”.
Días después asistió a la “conferencia mañanera” en la cual López Obrador anunció que acudiría a Morelos a declarar el 2019 como “Año del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata Salazar”. Jorge aprovechó para regalarle al mandatario un sombrero de los que usaba su abuelo. López Obrador se lo puso para la foto.
Era la luna de miel del zapatismo morelense con la Cuarta Transformación.
Al regresar a Morelos, Jorge Zapata enfrentó los reclamos de compañeros que se oponen el PIM:
–¿Le dijiste a López Obrador que cumpla y nos quite la termo(eléctrica)?” –le preguntaron.
–No era el momento –les respondió.
El agravio
El 12 de enero, el presidente López Obrador visitó el balneario el Axocoche, municipio de Ayala. Al lugar llegaron miles de personas: familiares del general Zapata, campesinos, líderes… El propio obispo emérito de Ecatepec, Estado de México, Onésimo Cepeda, también se hizo presente.
En ese acto se declaró oficialmente 2019 como el “Año del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata Salazar”. En el templete principal, al lado de López Obrador y su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, estuvieron el gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco; el presidente de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, y funcionarios federales, así como Jorge Zapata y otros de los nietos del líder del Ejército Libertador del Sur.
Antes de que el presidente hiciera uso de la palabra, habló Jorge: “Muchos me cuestionaban: ‘¿Por qué no aprovechaste y le pediste al presidente que cancele la termoeléctrica?’”, expuso.
Y remató: “No lo hice porque lo dejé para hoy. Señor presidente, quiero pedirle a nombre de mis compañeros que cancele la termoeléctrica porque es un proyecto que hicieron los gobiernos corruptos de Calderón y Peña Nieto. Por eso, por las afectaciones que nos produce, quiero pedirle, señor presidente, que cancele ahorita esa termoeléctrica”.
López Obrador se inquietó. Pidió información al gobernador Blanco y a sus funcionarios. Y cuando tomó el micrófono rompió el corazón de sus aliados, entre ellos el del activista Samir Flores, uno de los principales opositores a la termoeléctrica, quien fue asesinado semanas después, el 20 de febrero.
“Les acabo de decir que el presupuesto es del pueblo y esa termoeléctrica no es de la iniciativa privada; es de la Comisión Federal de Electricidad, la que no se va a privatizar ya. Por eso les propongo opciones. Denme un mes para responder. Voy a analizar bien el tema y luego les daré opciones”, expresó López Obrador.