Mujer salió con un amigo y nunca regresó, era madre soltera

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“Fuerza Abi, te vamos a encontrar”, es la frase que se lee en la convocatoria que hace dos días lanzaron familiares y amigos de Judith Abigail Jiménez López para que este sábado a las 09:00 horas se reunieran en la plancha del Centro Histórico de Puebla a exigir a la Fiscalía General del Estado (FGE) que comenzara a buscarla, que empezara por detener a su amigo Eduardo, el último que la vio el 8 de agosto cuando desapareció.

Esa manifestación, el grito de esperanza que debía escucharse en las calles de Puebla, en donde hasta hoy han asesinado a 54 mujeres de forma violenta, no sucederá. La tarde del viernes 16 de agosto, el cuerpo de la joven de 28 años fue encontrado, alguien lo abandonó en un paraje a la vista de todos, lo dejó tirado en el camino que lleva a Santa Cruz Alpuyeca, fue víctima de feminicidio.

A Abi fue a encontrarla su mamá abandonada en ese lugar, reconoció la ropa que llevaba puesta, los tatuajes, supo que era su hija, pero la Fiscalía pidió esperar las pruebas periciales para corroborar que realmente se trate de ella. Hasta antes de la media noche, no han dado información oficial sobre su identidad, pero la familia ya solo está a la espera de que les entreguen su cuerpo.

Abigail tenía 28 años, medía 1.55 de estatura, tenía tres tatuajes: una corona en la nuca, unas palomas en la muñeca izquierda y una mariposa en la parte alta de su espalda. Tenía tres tatuajes, era lo que más repetían sus familiares cuando hablaban de ella, porque sabían que así podrían reconocerla sin dudar. Tres tatuajes decían los carteles de su desaparición, los mismos que su madre buscaría en su cuerpo apenas reconocible para saber que ya no tendría ni siquiera la esperanza de seguirla buscando.

Su hija, una adolescente de 14 años y su bebé de solo año y medio quedaron huérfanos. Ella era su único sustento.

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