La historia de Andrés Manuel López Obrador y José Antonio Fernández Carbajal, el «Diablo» de FEMSA, es -por decir lo menos- tumultuosa. El mandamás de la socia de Coca-Cola fue un férreo opositor a la llegada de la 4T a Palacio Nacional, un histórico militante contra lo que siempre consideró un proyecto «populista».
Después de haber intentando un acercamiento en los primeros meses de la 4T, con la estratégica promoción de Carlos Salazar Lomelí al frente del CCE, El Diablo volvió a ingresar en una zona de conflicto aparentemente sin retorno con Palacio Nacional.
Fernández Carbajal creyó que aceptar el pago de impuestos adeudados al SAT por casi 9,000 millones de pesos sería comprendido por la 4T como un señal de reconciliación. Esto tras el último roce -que generó la ruptura de AMLO con Salazar- por la negativa del Presidente para aplicar el plan económico de contingencia que proponían los empresarios.
Hay que recordar que, en ese momento, Salazar encabezó una reunión virtual con cientos de integrantes de las cámaras empresariales, en donde se conversó abiertamente de apoyar y promover la salida de López Obrador en la revocatoria de mandato que se realizaría en 2022.
Pero como reveló meses atrás LPO, mientras El Diablo intentaba mantener abierto ese nexo con Palacio Nacional, aportaba discretamente al armado del proyecto presidencial de Gustavo De Hoyos, un plan que comenzaría con la disputa de la gubernatura de Baja California.
López Obrador supo de este movimiento. Por eso, El Diablo fue uno de los primeros deudores en ser personalmente citado por Raquel Buenrostro, quien luego reconocería públicamente que con 40 minutos de conversación alcanzó para que FEMSA aceptara el pago de 8,790 millones pesos. El único pedido que hizo el regio fue un plan de pago en tres cuotas.
Hubo un comentario que horas más tarde llegó a Palacio Nacional. Saliendo de esa reunión con Buenrostro, El Diablo conversaba furioso con algunos empresarios cercanos y operadores panistas que empujaban la candidatura de De Hoyos. En esas pláticas, que llegaron a oídos del Presidente, el empresario habría dicho: «Voy a pagar al SAT, pero si es necesario pondré el doble para sacar a AMLO en 2022».
Ese comentario lapidario que circula en los pasillos de Palacio explica por qué apenas unas semanas después del gesto de buena fe y de «responsabilidad social empresaria» -como catalogó el propio AMLO-, la empresa FEMSA apareció explícitamente mencionada entre los integrantes del plan BOA.
Un dato extra: En Palacio Nacional creen que Gilberto Lozano -promotor del Frente Nacional Anti-AMLO (FRENA)- está financiado directamente por el Diablo Fernández. Desde allí se organizan y convocan las marchas opositores contra López Obrador.
Rencores históricos
El Diablo aportó siempre a cualquier campaña de oposición de López Obrador, por considerar que su gobierno sería una suerte de reencarnación de las administraciones de Luis Echeverría o José López Portillo. Hasta grabó un video en medio de la campaña de 2018 para recordar todos los males que generan los «populismos».
«Las políticas populistas que ya vivimos y consistían en una mayor participación del estado en la economía generaron un terrible aumento del déficit fiscal y una multiplicación de la deuda del país. Los efectos fueron catastróficos», detalló El Diablo en un video que disfrazó de homenaje a Eugenio Garza Lagüera.
«Muchos mexicanos perdieron sus empleos y a la mayoría de todos se nos redujeron nuestros ingresos de manera muy relevante», agregó el empresario regiomontano más opositor a AMLO.
En enero de 2017 el titular de Femsa también había señalado como el encargado de viralizar los videos que mostraban a AMLO como el orquestador de las protestas y los saqueos tras el gasolinazo de Peña Nieto. También es señalado en Morena como uno de los grandes colaboradores -junto a Claudio X. González, Germán Larrea y Alberto Baillères- de la campaña en contra del tabasqueño en la elección de 2006.
Con información de lapoliticaonline.com.mx