Ser bailarina exótica en plena pandemia del coronavirus implicó para quienes trabajaban en este sector, intentar sobrevivir con sus ahorros de años de trabajo, conseguir empleos temporales y mal pagados como edecanes o arriesgarse a trabajar en bares clandestinos fuera de la Ciudad de México.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Sofía contó que ella corrió con la “suerte” de ser la única que depende de su sueldo, sin embargo, sus ahorros de 15 años de trabajo como bailarina exótica sólo le duraron tres de los cinco meses que lleva México luchando contra la pandemia del Covid-19. “Tenía un guardadito y los primeros dos meses yo estaba tranquila, súper bien, pensé ‘no creo que dure tanto’ entonces los dos primeros meses estuvo súper bien y ya en el tercer mes empezó la situación dura y ahorita que vamos por el quinto mes ya los ahorros ya se fueron”, contó.
No tiene seguro social y logró que su casera le permitiera pagarle las rentas de estos cinco meses hasta que el bar en el que trabaja le permita regresar a los escenarios. “El estrés de saber que los meses se van acumulando y que el dinero se va acumulando en cuanto a lo que estás debiendo y a que no sabemos de qué manera vamos a regresar, si vamos a ser abundantes como lo éramos antes o si la gente se va a limitar más a gastar”, agregó.
Explicó que antes del Covid-19 ganaba mensualmente, con sueldo y comisiones, entre 60 y 70 mil pesos, pero de cinco meses a la fecha esos ingresos se redujeron al 100%, pues debido a que el bar donde trabaja permanece cerrado, ni siquiera le pueden pagar una parte de su sueldo base. Sus ingresos los repartía en la renta de su departamento y los gastos inherentes al mismo, el pago del gimnasio, instructor, suplementos alimenticios, tratamientos de belleza, cabello, uñas, maquillaje, vestuarios y mensualmente esto representaba desembolsar 35 mil pesos, aproximadamente.
“Vas cambiando el enfoque de cómo ves las cosas y ya no gastas por gastar, que eso es una de las cosas que tenemos nosotras que somos compradoras compulsivas y ya no, ahora es ‘lo necesito, lo compro, no lo necesito, no lo compro'”, relata. Consciente de que no cuenta con servicio médico, desde el inicio de la pandemia Sofía decidió extremar sus cuidados para no arriesgarse a contagiarse de Covid-19.
Ante la falta de dinero decidió buscar trabajo como edecán, pero esto implica exponerse a lugares donde hay mucha gente y pocas medidas de seguridad para ella, además de que la paga es muy mala, razón por la que no ha tenido éxito. En consecuencia, ha decidido vender algo de la ropa y zapatos que compró alguna vez y nunca utilizó y afirma que su última opción es vender su carro, aunque ello implique mal baratarlo. Por ello, debe esperar a las indicaciones que sus jefes le den pues según lo ha anunciado el gobierno de la Ciudad de México los bares y centros nocturnos regresarán a trabajar en septiembre dependiendo del estado del semáforo epidemiológico, sin embargo, reconoce que el regreso será complicado.
“Es bastante complicado porque nosotros tenemos contacto con la gente, a la hora de platicar con alguien pues estás sentado junto a la persona o en algún baile hay acercamiento, no sé de qué manera se pudieran manejar, a no ser que pusieran el ‘no touch’ como en Estados Unidos, pero no creo que a la gente latina le encante la idea”, afirmó. “El panorama es complicado pero no imposible: meseros, cantineros, dj’s, toda la gente que vivimos de noche, lo veo complicado, pero no imposible. Creo que se tienen que poner las normas de sanidad y sobre eso nosotros basar y buscar un nuevo modelo de trabajo, pero nosotros no podemos poner la iniciativa necesitamos primero las indicaciones del gobierno”.
A pesar de reconocer que el sector en el que trabaja debe esperar a las indicaciones de las autoridades para regresar a sus actividades, Sofía considera que el gobierno no está consciente de la realidad que viven sus integrantes. “Creo que ni siquiera nos ven porque no han querido regularizar los centros nocturnos, no sé qué es lo que tengan en la cabeza o cuál sea su visión de un lugar de estos, pero no han querido voltear a vernos, hacernos caso, primero fuimos atacados por lo de trata de personas pero de repente cambió el gobierno y ya no se tocó el tema, ya no hubo operativos, ya se les olvidó, pero ahorita con esto no nos han volteado a ver tampoco”, comentó.
Sofía y sus compañeras han mantenido contacto continuo durante la pandemia y, sobre todo las que tienen hijos, han decidido trabajar como edecanes o ir al Estado de México a lugares que operan a puerta cerrada. “A mí la verdad me da mucho miedo porque es clandestino, pero es precisamente que no han querido regularizar todo esto que se presta a este tipo de cosas”, señaló.
Para Sofía la vida nocturna es una válvula de escape para la sociedad, lo que les coloca en un lugar importante para el resto de las personas. Aunque siente que la pandemia mató la fiesta, tiene esperanza en que hay modo de revivirla pues la gente siempre buscará divertirse. El Covid-19 obligó a Sofía a reducir sus gastos en un 80% y en adelante, afirma que pensará antes en las cosas importantes, en no gastar por gastar, en tratar de tener lo básico y seguir ahorrando.