En México, miles de mujeres y hombres repartidores de diversas aplicaciones salen a la calle buscando un sustento, sin embargo, se encuentran en situación vulnerable, pues no cuentan con ningún tipo de seguridad social, sufren violencia, acoso y en cada pedido, ponen en riesgo su vida.
Durante los últimos meses, tan solo en la Ciudad de México han muerto más de 40 repartidores de aplicaciones como DiDi, Rappi o Uber Eats y 9 de cada 10 mujeres que se dedican a ello, han sufrido acoso y violencia sexual.
Ante ello, y a raíz de la muerte de José Manuel Matías quien perdió la vida tras ser atropellado por un tráiler mientras entregaba un pedido en su primer día de trabajo, ha nacido el colectivo #NiUnRepartidorMenos, quienes han sido acompañados de la organización Nosotrxs y se han unido al colectivo internacional Precarious Riders of the World (Ciclistas precarios del mundo), han realizado diversas acciones de exigencia de derechos y seguridad laboral.
Al respecto, Saúl Gómez y Paola Ángel, voceros de la organización, explican que las exigencias son claras: el reconocimiento de los derechos laborales de las y los repartidores, un alto contundente a la violencia y el acoso por parte de los clientes y una movilidad segura.
Señalan que su trabajo implica mucho riesgo y que ningún pedido vale una vida. Además advierten que las diversas plataformas sin sus trabajadores repartidores no son nada, pues ellos son el sustento de estas empresas que ha tenido un despliegue muy alto debido a la pandemia.
Sobre la situación de las mujeres repetidoras, señalan que han sufrido casos hasta de secuestro y que de manera regular salen a su encuentro hombres desnudos, personas que las violentan y agreden verbal, física o sexualmente.
Es por ello que desde #NiUnRepartidorMenos y Nosotrxs apuesta por un ejercicio voluntario, responsable y participativo de nuestra ciudadanía a través del cual, exijamos el reconocimiento y cumplimiento de nuestros derechos.
Sabemos, sin embargo, que esto sólo puede lograrse si la sociedad se involucra y toma consciencia del contexto político, social y económico en el que vive; mucho más ahora, luego de ser azotados por una crisis sanitaria mundial que dejó ver la importancia y lo esenciales que se han vuelto los repartidores en nuestra cotidianidad.
“Nos han llamado héroes; no queremos serlo ni ser tratados como tales. Lo que sí queremos y merecemos es que se nos reconozcan y nos otorguen el mínimo de derechos y seguridad que nos permitan salir a rodar y trabajar en mejores condiciones”.