Héctor Díaz estuvo tres días hospitalizado; ahora continúa su proceso de recuperación
Héctor Díaz estaba trabajando el miércoles 3 de agosto dentro de uno de los pocitos en Agujita, en el municipio de Sabinas, Coahuila. Recuerda que escuchó estallidos y un soplido fuerte antes de que el agua inundara la mina.
Tras el ruido, empezó a subir, pero el agua lo alcanzó y lo tumbó. Quedó sobre un “caído”, un hueco donde pueden encontrar la forma de respirar y salvarse. A un costado tenía a su compañero Fidencio.
“Hasta aquí llegamos”, le dijo Héctor, un hombre corpulento, a Fidencio. “Ahí nos vemos en el otro mundo”, se dijeron.
Pero para ellos llegó el milagro. Héctor encontró una cuerda y comenzó a jalar por debajo del agua para tratar de subir mientras aguantaba la respiración para llegar a la boca de la mina. “Voy a morir luchando”, se dijo. Atrás quedó su compañero Fidencio.
Mientras subía jalando la cuerda, se quitó las botas, el cinturón, y cualquier peso que le estorbara. Entonces, sintió cómo el agua lo expulsó. Poco a poco, y con la ayuda de mineros en el exterior, Héctor de 46 años, salió de la mina.
“Solo el de arriba sabe por qué me dejó”, cuenta Héctor desde su casa con la única condición que no lo graben ni tomen fotografías. Es la primera vez que cuenta su historia después de relatarla en la Fiscalía. Pero no quiere fotos por respeto a sus compañeros que se encuentran atrapados y a sus familias que viven con la incertidumbre y el dolor.
Tras salir de la mina, Héctor estuvo tres días hospitalizado. ¿Sus lesiones? Agua en los pulmones, se le reventó el oído y tiene una lesión en la espinilla de cuando se le atoró su pierna. Atrás de él subieron Fidencio y Fernando, otros dos de los mineros que lograron salir de la mina.
Ahora se recupera pero sabe que en algún momento deberá volver a la mina, porque debe trabajar para su familia.