Héctor Bustos es uno de los diseñadores de máscaras para disfraces de una empresa de Jiutepec, al sur de la capital mexicana. Se acercaba Halloween y, como cada año, le tocaba proponer nuevos personajes.
“¿Oye, hacemos el Chapo?”, dijo. Y a sus jefes les pareció una buena idea.
“Nos dieron la oportunidad de que lo diseñara con el apoyo de mis compañeros y ahora resulta que es de las piezas que más se ha llegado a vender en estas fechas”, explicó.
El bigotillo negro, el flequillo sobre la frente y los ojos pequeños de la máscara de látex remiten inmediatamente a Joaquín “El Chapo” Guzmán, uno de los narcotraficantes más poderosos del mundo que el 11 de julio se fugó desde la ducha de su celda en una cárcel de alta seguridad a través de un túnel de más de un kilómetro de longitud.
Pero por si quedara alguna duda sobre la identidad de aquel a quien representa, se vende junto a un traje a rayas horizontales blancas y negras y un número escrito justo sobre el corazón como el que usan los presidiarios. Y para que el conjunto resulte divertido le han añadido en la espalda (hash)NoEraPenalDeAltaSeguridad.
“¿Es como cómico, no?”, se preguntó entre risas Diego Esponda, director de Caretas REV, la empresa mexicana que está vendiendo miles de disfraces de “El Chapo” en México e incluso en Estados Unidos y Canadá a través de su página de internet.
Explicó que no se trata de vanagloriar a un criminal responsable de miles de muertes.
“Más bien yo creo que es un llamado de atención fuerte al gobierno que lo agarra y se les escapa”.
Otra máscara, mucho menos realista, con una inmensa boca abierta que permite ver varios dientes desproporcionados y una mata de pelo de un color entre paja reseca y plátano decolorado también es un éxito de ventas. Representa a Donald Trump, a quien Esponda consideró “el personaje más odiado en este momento en México” tras sus comentarios racistas hacia los habitantes de este país cuando anunció en junio su candidatura a la presidencia de Estados Unidos.