Cerca de dos millones de niños están desescolarizados en Siria, según la ONU, debido a una guerra que ha entrado en su sexto año y causado más de 270 mil muertos
Antes de que los yihadistas se apoderaran de su ciudad y convirtieran la escuela en prisión, el adolescente sirio Ahmad Mohammad nunca imaginó que podría estar tan contento de poder presentarse a los exámenes finales.
“Era doloroso cada vez que pasaba frente a mi escuela”, dijo al recordar cómo ésta se convirtió en prisión tras la toma de control de Tall Abyad por el grupo Estado Islámico (EI) en enero de 2014.
“No me dejaban entrar en ella” recuerda.
“Recuerdo los buenos momentos pasados con mis compañeros de clase, hoy dispersados por todo el mundo a causa de la guerra” añade.
Pero este mes de mayo, con otros 650 jóvenes, Ahmad viajó en autobús hasta la ciudad de Hassaké, para pasar ahí, con mucho retraso, exámenes de obtención de su diploma.
Tuvieron que realizar un periplo de 200 km desde Tall Abyad, Suluk y Ain Isa, localidades al norte de la provincia de Raqa, retomadas a los yihadistas en junio pasado por las fuerzas kurdas sirias.
“Volver al colegio me da otra vez gusto por la vida. El futuro me parecía sombrío, pero ahora eso ha cambiado” afirma Ahmad.
Unos dos millones de niños están desescolarizados en Siria, según la ONU, debido a una guerra que ha entrado en su sexto año y causado más de 270 mil muertos, además de obligar a millones a tomar el camino del exilio, destrozando los sueños de futuro de miles de jóvenes.
En las regiones que controla, el EI ha impuesto su propio programa basado en estudios religiosos, además de un entrenamiento militar.