¿Tratará de justificar cada uno de los errores?
“El fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia” así lo dijo Henry Ford y tenía toda la razón. Y es que los resultados de los atletas mexicanos en los Juegos Olímpicos han dejado mucho que desear.
Incluso cuando los propios deportistas se han defendido -con el ego herido-, de sus pésimas participaciones, la mayoría adjudica los errores a las cabezas. Algunos especialistas aseguran que se trata de un fracaso político.
Y aunque parezca descabellado, la afirmación tiene lógica. Las políticas deportivas son prácticamente nulas, los métodos de reclutamiento son inexistentes y las instituciones desparraman corrupción y amiguismos.
Para muestra un botón, en Londres 2014 se lograron 7 medallas, una de oro, tres de plata y tres bronce. A estas alturas, cinco de los siete ganadores de aquella ocasión están fuera.
Por si no fuera suficiente el “Tiburón de Baltimore” Michael Phelps ha acumulado más medallas de oro –hasta ahora 21– que México en toda su historia. ¿Y de quién es la culpa?
Para muchos es un problema social, por la pereza de los que critican y la exigencia hacía los deportistas sin que ellos se muevan de su sillón. Para otros es la mentalidad conformista y egoísta de nuestros atletas y para muchos más, se trata de un error político.
Y aunque las tres cosas se complementan, lo cierto es que mientras no exista guía y dirección de las cabezas del deporte en nuestro país, no avanzaremos y seguiremos siendo concursantes de trámite para otros países. Seguiremos siendo el “ya merito”, “el jugamos como nunca y perdimos como siempre” y el “no le debo nada a nadie”.
Lo cierto, es que Alfredo Castillo, eje rector de la CONADE -que de acuerdo con medios deportivos sólo viajó a Río para pasear-, debe tener preparada su renuncia. Y no sólo porque existe gente mil veces más preparada que él para el cargo, sino porque “el fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia”.
¿Se atreverá a poner en la mesa su renuncia? ¿O tratará de justificar cada uno de los errores? Mientras esto se decide, el señor disfruta del viaje con su “acompañante” a la que se ha pasado besando y abrazando en las justas deportivas, lo bueno es que es que lo hace por trabajo.