“A pesar de resultar difícil la aseveración sobre segundas intenciones de los desarrolladores, tampoco se puede asegurar su completa inocencia sobre el llamativo fenómeno”
En las semanas más recientes, Pokémon se ha convertido en una de las franquicias con mayor atención del público en casi todo el planeta. La liberación del Go, uno de los videojuegos más exitosos de la saga en la última década ocasionó múltiples y muy variadas opiniones sobre su innovadora jugabilidad, su cautivador aspecto noventero y claro, acerca de los numerosos errores que la app presentó a pocos días de su lanzamiento.
Como en la historia original, en la aplicación para móviles existen cientos de criaturas diferentes que aparecen repartidas en zonas geográficas específicas y, hasta el momento, la finalidad del juego es capturar a todos los especímenes, entrenarlos para hacerlos más poderosos y así conquistar la mayor cantidad posible de gimnasios pokémon.
Pero existe un elemento que se ha agregado a la trama original. Las pokeparadas, que son esos sitios en que los aspirantes a maestros pokémon pueden conseguir recompensas indispensables para poder jugar como pokebolas, cebos e inciensos, se han convertido en parte fundamental de la esencia del nuevo juego. Generalmente se encuentran relacionadas con lugares representativos de los lugares detectados en el mapa virtual.
Sin embargo, entre los jugadores ha causado un sentimiento de extrañez la frecuente relación de tales locaciones con imágenes y templos católicos. Aunque las masas virtuales de las redes sociales no han hecho gran énfasis en el tema, algunos portavoces eclesiásticos han dejado saber que el popular juego puede representar una oportunidad para acercar a la juventud mundial a miles de “lugares sagrados”.
Incursión cristiana en el mundo virtual
Ana Medina, portavoz del Obispado en Málaga, por ejemplo, publicó desde su cuenta de twitter que “no siempre hay que hablar del Evangelio desde la seriedad, sino que también hay que aprovechar otros cauces muy bonitos para propagar ‘la alegría del Evangelio […] Si tú también estás con #PokemonGo, descubrirás que hay muchas iglesias #pokeparada…”, se pudo leer en su perfil.
A mediados de julio, en la ciudad estadounidense de Denver, un sacerdote se sorprendió luego de ver a un grupo de jóvenes reunidos frente a la iglesia que habita. Entonces descargó la aplicación y se dio cuenta de que vivía en una “pokestop”. Luego del suceso, el sacerdote confesó a los medios locales haber encontrado una nueva oportunidad para llevar a cabo la evangelización cristiana.
Luego de estas dos manifestaciones religiosas en torno a lo que parece ser un inofensivo juego para smartphones, las sospechas parecen cobrar cierta legitimidad. En entrevista para Letra Roja, Diego Almazán, matemático y programador egresado de la UNAM afirmó que a pesar de resultar difícil la aseveración sobre segundas intenciones de los desarrolladores, tampoco se puede asegurar su completa inocencia sobre el llamativo fenómeno.
Desarrollado principalmente por la pionera productora de videojuegos Nintendo en comunión con la empresa californiana Niantic, Pokémon Go equivale, en cierta manera, a un puente entre dos dimensiones que cada vez se acercan más: la realidad y la realidad virtual.
Los de Niantic lanzaron previamente un juego de realidad aumentada llamado Ingress que funciona con los mapas de la transnacional Google y ese mismo sistema fue transportado a Pokémon Go, como asegura el experto. “Sería interesante observar el algoritmo […] no creo que sea simple coincidencia”, afirmó el matemático.
Por su parte, el profesor Roberto Barajas, experto en comunicación visual y publicidad afirma que la intención puede o no ser acercar personas a imágenes religiosas cristianas, pero los hechos afirman que así se está haciendo. Uno de los principios básicos de la publicidad, afirma el catedrático, es que no “existe tal cosa como la mala publicidad” y en este caso aplica perfectamente.
“El cerebro humano, y sobre todo el de un niño, es completamente susceptible a las cosas que se observan aún sin mayor atención. Si una aplicación invita al acercamiento a ciertas esculturas o edificios que representan una ideología religiosa, política o religiosa, no se puede culpar al público que duda sobre la intencionalidad de quien la produce”, enfatizó el comunicólogo.
Hasta el momento los creadores del juego no se han pronunciado al respecto pero lo que sí han asegurado es que se encuentra a tan solo un 10 por ciento del desarrollo previsto. Faltará ver si la tendencia se mantiene o si se radicaliza la ubicación de las pokeparadas en un futuro cercano.