Las trompetas y clarines de músicos de la montaña resonaron en lo más alto del monte Tláloc, a más de cuatro mil 150 metros de altura y bajo un clima extremo.
Fue la primera ofrenda musical que ofrecieron pobladores de Santa María Tecuanulco, San Jerónimo Amanalco y Santa Catarina del Monte al Dios de la lluvia.
El maestro Joel Aguilar Espinosa fue quien coordinó a los músicos de la montaña texcocana para ofrecer un concierto en pleno templo dedicado al Tláloc.
El día estaba nublado, hacía frío y ocasionales lloviznas, pero nada amilanó a los músicos que a pesar de la altura y la falta de aireo tocaron como nunca en el templo prehispánico, considerado el más alto del mundo.
Los músicos caminaron hacia la cima cargando sus propios instrumentos, aceptando el reto de tocar a pesar de la falta de oxígeno a esa altura.
Azucena Cisneros Coss, Directora de Cultura de Texcoco, explicó la importancia de esta ofrenda musical, en la que solo se tocaron cuatrlo temas.
“Sólo entonamos cuatro temas, por el problema que representa la falta de oxígeno, pero además el frío, congela las boquillas de los instrumentos”, explicó.
Así el tema “Fanfarrias”, fue quizá el que más se escucho y conmovió a los asistentes quienes tras cada interpretación aplaudieron y dieron gracias por el regalo de la música.
“Música de altura en las alturas”, sería un nombre ideal, sin embargo los intérpretes con sus trompetas, trombones, cornos, entre la neblina emergieron con sus sonidos maravillosos, a unos pasos del cielo, como ángeles, fueron parte de las comparaciones que se hicieron por el excelente trabajo musical.
Entre los invitados a este evento estuvieron Natalio Hernández y Marcial Cerqueda, Presidente y Secretario Ejecutivo respectivamente del Comité Organizador del primer encuentro mundial de poesía de pueblos indígenas, “voces de colores para el alma”, del que Texcoco será sede.