Las catedrales del cine de la CDMX hoy están destruidas y olvidadas

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Salas que en su época de gloria llegaron a albergar hasta 6 mil o 7 mil 500 personas para una sola función hoy no existen más o están abandonadas.

Si hoy nos quejamos por tener que hacer una fila de 50 personas, cuesta trabajo imaginar las filas inmensas de personas para entrar a ver una función, ni qué decir de los intermedios para ir por más palomitas o la permanencia voluntaria.

Entre los años veinte y los cincuenta se construyeron más de cien grandes cines que se diferenciaban entre cines “premier” y los de “piojito”, es decir, los de lujo como el Orfeón o el Alameda y los de barrio, como El Goya o el Sonora, y es que para entrar a uno de los cines de lujo se tenía que ir de etiqueta, para socializar en los grandes espacios que tenían a la entrada. ¡Sin la ropa adecuada no había entrada!

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Lamentablemente, con la privatización de la paraestatal Compañía Operadora de Teatros, S.A. (COTSA) en 1993, durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, y la inclusión del cine como mercancía en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se vino abajo la industria cinematográfica. Las salas se vendieron en paquetes para Cinemark, Cinemex y Cinepolis (duopolio actual), otras cerraron, fueron abandonadas o demolidas.

Una gran cantidad de salas se perdieron como el cine Cosmos, Ópera, Lindavista, Continental, Orfeón, Olimpia, Sonora, Mariscala, Tepeyac, Teresa, Regis, Variedades, Alameda, Metropólitan (ahora teatro), Arcadia, Alfa y Omega, Palacio Chino, Cinelandia, Goya, Colonial, entre muchos otros.

Algunos cines sobrevivieron con la presentación de películas para adultos como el cine (Teresa, durante un tiempo) Savoy, El Nacional, Cinema Río o el cine Venus, por mencionar algunos.

Otros fueron demolidos para crear restaurantes (Alameda), estacionamientos (Arcadia o Alfa y Omega), plazas comerciales (Teresa), recintos religiosos (Linda Vista o Chapultepec) y finalmente, los cinemas más emblemáticos están abandonados, grafiteados y algunos son utilizados como refugio por los indigentes, como el Orfeón, Ópera, Cosmos (en reconstrucción para complejo culturas desde hace varios años), Mariscala o el cine Variedades.

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Todo se acabó, lenta pero fulminantemente hacia los años ochenta. Basten dos ejemplos: la primer sala masiva con un aforo de cuatro mil butacas fue el Cine Olimpia, fundado en 1919 en el corazón del Centro Histórico, en la calle 16 de septiembre, fue divido en diversas salas, después tuvo una época en la que proyectaba pornografía y finalmente, fue destruido en 2002 para crear una plaza comercial para venta de equipos de computación.

Este cine-teatro premier contaba también con dos salones de baile y fue testigo de la proyección de películas de Charles Chaplin y de la primera película sonora: El cantante de jazz.

La sala más grande de Latinoamérica se encontraba también en la capital, cerca de Tepito. El cine Florida contaba con siete mil 500 butacas y se localizaba en la calle Peña y Peña, cerca de la Plaza del Estudiante. Inauguró en 1952 pero debido a un incendio en los ochenta, fue demolido y convertido en una plaza comercial.

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