Historia : Después del secuestro, nada es igual

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Linda recuerda pocos detalles de lo que vivió en aquellos días de terror, angustia, insomnio y dolor del secuestro de su pareja, a quien había conocido cinco años atrás y con quien había procreado a sus dos hijos; la premonición de su plagio se les había anunciado con advertencias, aunque al final no lo pudieron evitar.

Han pasado casi 13 años desde entonces, ahora lleva una vida nueva con sus hijos y siempre ha evitado hablarles de lo que pasó con su padre, teme que les cause horror y que al igual que ella tengan que vivir con las imágenes en su memoria.

“Al principio, cuando mi hijo el más grande estaba chiquito, le decía que su papá estaba en Estados Unidos, pero que no podía regresar, que las cartas se las mandaba para que no lo olvidara y yo se las leía siempre, sin poder aguantar las ganas de llorar”, relata Linda, aún con el semblante decaído y temeroso.

Esas cartas en realidad las escribían los tíos de su hijo, aunque nunca se había casado con su pareja, los reconocían como parte de la familia antes y después del secuestro.

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Linda en realidad no conoció todo de su pareja, ni supo la verdadera razón por la que sus captores lo desaparecieron, y ahora dice, tampoco le interesa saberlo, por protección de sus hijos y para borrar los fantasmas del pasado.

“La primera vez que se lo llevaron pidieron mucho de rescate, su familia tuvo que vender su camioneta, un tractor, los animales y juntar entre todos el dinero, yo no pude dar nada, pero la segunda vez que se lo llevaron, ya nunca lo regresaron”, afirmó.

En la mayoría de los casos de secuestro, según los especialistas y la documentación existente, las víctimas optan por negociar y pocas veces denunciar para que intervengan las autoridades; la desesperación y el escenario de ver morir a su ser querido, los obliga a hacer todo en la clandestinidad, aunque eso ocasione dejarlos en banca rota.

Pocas son las ocasiones en que las autoridades informan que el monto entregado como rescate se devuelve a la familia, los secuestros son sin palabra de honor.

Las horas de infierno, el plagio de Emiliano

El secuestro del pequeño Emiliano, ocurrido hace unos días en el municipio de Aculco, dejó cuenta de las horas que viven las familias de las víctimas durante un secuestro, los minutos de espera para recibir la primera llamada, las decisiones de denunciar o no hacerlo.

Para saber de Emiliano, sus padres tuvieron que aguardar cerca de 12 de horas hasta que finalmente se comunicaron los captores; en un principio sin saber si se trataba de un plagio o si sólo había sido por error, que durante el robo del vehículo se habían llevado al pequeño. En ese escenario, su fotografía fue circulada por redes sociales y subida a la plataforma de Alerta Amber, como en un caso de extravío.

Sin embargo, después de ese lapso, todo se tornó en un infierno y comenzó la negociación, las peticiones de fuertes cantidades de dinero para regresarlo sano y salvo.

Las campañas de búsqueda y las entrevistas para medios de comunicación fueron canceladas, todo se hizo en silencio.

De los pocos datos revelados, se supo que se les solicitó la cantidad de cinco millones de pesos y que los captores citaron a la familia en tres puntos distintos de una carretera, en donde les fueron entregandas pruebas de que el pequeño estaba con vida, para finalmente entregarlo.

Así como Linda y la familia de Emiliano, los días posteriores al secuestro todo se volvió hermético, no se ventila más de lo que ya se ha dicho para evitar una represalia y porque aunque de los captores no se sabe nada, el temor es el único que no se ha ido.

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