Según Rubaie, Husein no daba la impresión de ser un hombre temeroso de dios y ni tan siquiera parecía que fuera religioso. Hasta tuvo que recordarle al exdictador que pronunciara la última Shahada o profesión de fe islámica, en vísperas de su ejecución.
Según él, Husein solo usaba la religión “con fines propagandísticos y para engañar a la gente”. Antes de su muerte, los lemas de Husein fueron: “¡Larga vida a la nación!”, “¡Larga vida al pueblo!”, “¡Viva Palestina!” y “¡Qué muera EE.UU.!”, afirma.
Cuando George W. Bush supo que Irak iba a ejecutar a Sadam Husein levantó su pulgar en señal de aprobación, cuenta Mowaffak al-Rubaie.
Bush estuvo claramente a favor de la ejecución
El entonces presidente de EE.UU., George W. Bush estaba claramente a favor de la ejecución de Huséin, afirma Rubaie.
“Bush preguntó al primer ministro iraquí: ‘¿Qué van a hacer con este hombre?’, y Al-Maliki respondió: ‘Vamos a ejecutarlo’. En respuesta, el presidente estadounidense levantó su pulgar en señal de aprobación”, recuerda. “Es difícil imaginar una señal de apoyo más evidente”, afirma.