Canadá se convertio en el primer país industrializado que legaliza el consumo recreativo de la marihuana, una medida que algunos consideran uno de los mayores experimentos sociales y económicos en décadas.
Solo otro país en todo el mundo, Uruguay, ha legalizado el consumo recreativo de la marihuana, aunque en algunos estados de Estados Unidos, como Colorado, también es posible consumir legalmente el cannabis.
En Holanda, se permite el consumo recreativo en los cafés y aunque su posesión en pequeñas cantidades no está penalizada, la posesión sigue siendo ilegal por lo que las autoridades siempre pueden confiscar la marihuana.
Por ello, expertos como el académico David Hammond, profesor de la Universidad de Waterloo especializado en salud pública, afirmó que “este es un experimento que muchos otros países están observando”. La lógica tras la legalización es “mantener el cannabis fuera del alcance de jóvenes y los beneficios lejos de las manos criminales”, explicó el año pasado Bill Blair, exjefe de la Policía de Toronto y en la actualidad ministro de Seguridad Fronteriza del Gobierno de Trudeau.
Según un estudio oficial, 4,9 millones de canadienses se gastaron en 2017 unos 5.700 millones de dólares canadienses (4.400 millones de dólares de EEUU) en cannabis. De esta cifra, sólo 570 millones de dólares se emplearon en la compra de marihuana para usos medicinales, algo que es legal en el país. Así que la primera consecuencia de la revolución verde en la que está sumida Canadá, y que se ha hecho sentir desde hace meses, es económica.
La inminente legalización del cannabis ha generado una nueva industria en todo el país que está creando millonarios casi instantáneos y a la que grandes compañías se han sumado.