El internet y los dispositivos móviles son grandes herramientas de comunicación que, por ejemplo, permiten llevar conocimiento y educación a prácticamente todo el mundo. Su utilidad en tiempos de pandemia ha quedado más que demostrada. Sin embargo, no todo es positivo, también está transformando la manera en que la gente se relaciona y aprende y, al parecer, nos estamos volviendo menos inteligentes.
Uno de los expertos que lleva años advirtiendo sobre el tema es Nicholas Carr el autor de The shallows: what the Internet is doing to our brains (“Superficiales: lo que internet está haciendo con nuestras mentes”) el cual se volvió un éxito de ventas cuando se publicó en 2011. En su libro plantea que los hipervínculos no nos permiten concentrarnos y recientemente ha trasladado su teoría a los celulares que, asegura, debilitan nuestra forma de pensar incluso cuando están apagados.
“Por desgracia, mis predicciones sobre internet se han cumplido y son incluso peores de lo que esperaba”, declaró Carr en una entrevista que concedió a BBC Mundo.
El autor estadounidense ha hablado en diversas ocasiones de los efectos perjudiciales que tiene el internet en nuestra capacidad de concentración, memoria y procesamiento de la información. Cuando el autor comenzó a plantear sus ideas no había tantas investigaciones al respecto, ahora se sorprende de los cambios que la conectividad ha traído en la manera en que los humanos pensamos y leemos.
Carr aceptó que hace 10 años, cuando lanzó su libro, tenía dudas sobre si estaba dándole demasiada importancia a esa tendencia. “Lamentablemente, los estudios que se han publicado en los últimos años respaldan lo que predije. De hecho, los efectos adversos de la tecnología en nuestra capacidad mental son incluso mayores de lo que yo me esperaba”.
En los últimos años el especialista se ha dedicado a realizar más investigaciones sobre el tema y, asegura que cuando tenemos cerca el teléfono (incluso aunque esté apagado), nuestra capacidad para resolver problemas, concentrarnos e incluso tener conversaciones profundas disminuye. “Nos volvemos tan absortos con la información que nos ofrece el celular que hasta cuando no lo usamos estamos pensando en hacerlo. El uso de esta tecnología tiene grandes repercusiones mentales porque nos roba nuestra atención, y eso hace que pensemos más deficientemente”.
Hay esperanza
A pesar de la parte negativa que Carr identifica por el uso constante de internet y los dispositivos móviles, también señala que, afortunadamente los usuarios son cada vez más conscientes de los riesgos.
“Hace 10 años, cuando escribí The Shallows, todavía estábamos muy entusiasmados con internet, con nuestros nuevos smartphones, con Facebook y Twitter. Nos fascinaba la cantidad de información que obteníamos todo el tiempo. Desde entonces nos hemos vuelto, tanto como individuos como sociedades, mucho más conscientes de que esta tecnología está cambiando cómo pensamos y de que está haciendo que nos resulte mucho más difícil concentrarnos”, comentó a la BBC.
También dijo que la tecnología “no es para nada el grandioso boom que se concibió en el 2010. Lo bueno es que al menos nos estamos dando cuenta de nuestra dependencia hacia ella y de los problemas que causa”.
No obstante, aunque los usuarios ya identifican que hay una parte negativa, es les muy difícil reducir la dependencia. “Un cambio de dirección requerirá cambios en el comportamiento individual. Tendremos que cuestionar nuestras normas sociales”, aunque agregó, “tengo mis dudas sobre si seremos exitosos en eso o no. Dar marcha atrás en este punto de un comportamiento al que ya nos hemos acostumbrado es un reto muy difícil”.
Los cambios más preocupantes
La razón detrás de la preocupante transformación en la manera en que nos comportamos y pensamos actualmente es que el cerebro humano se adapta a su entorno, es decir, nuestra mente se puede volver muy buena en los modos de pensar que practicamos mucho, pero si no los hacemos comienza a perder esa habilidad.
El problema es que, en términos generales, internet nos brinda información de una manera que debilita nuestra capacidad para prestar atención esto porque al usar los dispositivos obtenemos una enorme cantidad de información, pero nos llega de manera muy fragmentada a través de sonidos, fotos, videos, textos, todos los cuales compiten entre sí. A ello hay que sumar las muchísimas interrupciones de las alertas y notificaciones.
“Hemos aprendido a estar constantemente estimulados para recabar pedacitos de información todo el tiempo, pero no nos sentimos estimulados para tomarnos las cosas con calma, para concentrarnos, para estar enfocados en algo, para prestar atención”, advirtió Nicholas Carr.
Es por ello que, en su opinión, se están perdiendo habilidades como la contemplación, la reflexión, la introspección, incluso la respiración profunda porque estas requieren que prestemos atención, que eliminemos las distracciones y las interrupciones.
Agregó que si bien herramientas como Google proporcionan mucha información que ayuda a investigar más rápidamente, a la larga, quebranta nuestra capacidad de pensar en profundidad.
“Cuando llegó internet, todo el mundo pensó que nos íbamos a volver más inteligentes, pero si te fijas en los indicadores de inteligencia, más bien vemos lo contrario. Nos estamos volviendo menos inteligentes, más cerrados de mente y, de cierta manera, intelectualmente limitados por la tecnología”, dijo Carr.
Además alertó que, aunque las redes sociales no fueron diseñadas con el propósito de informar, hoy obtenemos fragmentos de noticias y de titulares que suele ser muy emocionales y a menudo son noticias falsas. “Eso hace que vivamos en sociedades más polarizadas, que pensemos de manera más emocional y menos racional, aun cuando se trata de asuntos muy complejos. Hemos visto todo tipo de efectos dañinos que emergen de la pereza y la conveniencia de nuestra decisión de usar las redes sociales como el principal medio para informarnos sobre casi cualquier cosa”.