Guadalajara, Jalisco.- Esta semana esta sonado con más fuerza el caso de Laura Carranza un maestra tapatía, psicóloga con más de 30 años de servicio, a quien al parecer la vida le cambió desde el pasado año 2016. Y es que luego de varios meses de lucha hoy reclama justicia y libertad mediante una petición que desean llegue ante los magistrados encargados de su caso.
¿Narcotraficante?, es como dice que se le considera ante la autoridades y que no ha pisado la cárcel por diversos amparos que han podido conseguir sus abogados, pero que si este caso procede podrían otorgarle de 7 a 25 años en prisión. Ella ahora cuenta toda su historia en una carta publicada en Change.org, portal que a través de esta petición busca recabar firmas para que estas sean presentadas ante las autoridades correspondientes, a las cuales se les pide revisen el caso a fondo nuevamente.
La Carta es la siguiente:
Mi nombre es Laura Carranza Leal, soy de Guadalajara, soy psicóloga y he dedicado mi vida profesional a los niños con problemas de aprendizaje. Tengo casi 30 años trabajando en la Secretaría de Educación Pública. Ahora, el gobierno federal quiere darme hasta 25 años de cárcel por enviarle a mi madre enferma sus medicinas, y olvidar poner la receta en el paquete. A pesar de los documentos y pruebas entregadas por los médicos que avalan las medicinas enviadas, se me acusa de ser narcotraficante. Conoce mi historia.
Mi madre padece de esquizofrenia paranoide desde hace 50 años, lo que ha significado para mis hermanos y para mí una prueba difícil en la vida. Ella entró en una fuerte crisis en el año 2014 y se vino a vivir temporalmente a mi casa en Guadalajara para recibir tratamiento psiquiátrico. El médico le administró fuertes dosis de medicamentos para sacarla de dicha crisis de esquizofrenia, lo cual afortunadamente tuvo buenos resultados. Unos meses después, cuando se recuperó, decidió regresar a la casa de mi hermana, en la frontera norte, con quien vive permanentemente. Sin embargo, al irse de Guadalajara olvidó parte de sus medicinas, las cuales no puede dejar de tomar y se los mandé por paquetería poniendo mis datos reales, es decir, mi nombre y mi dirección.
Aquí empezó mi pesadilla, pues en el paquete iban 30 pastillas y un frasco de 2.5 militros de Clonazepam, que es una sustancia controlada, pero olvidé poner la receta.
Esta cantidad de medicamentos no cubre ni un mes de tratamiento para el nivel de esquizofrenia como el que padece mi madre. Si se vendieran en el mercado negro esas pastillas se obtendría una ganancia de alrededor de mil pesos, lo cual muestra que es absurdo que yo quisiera traficar con ellas jugándome el riesgo de ir a la cárcel por esa cantidad.
La Policía Federal confiscó el paquete y me envió un citatorio para explicar la situación. Acudí (todavía confiada de que un olvido como ese no podría pasar a mayores) a la Agencia Décimo Primera del Ministerio Público, a cargo del Lic. Rodrigo Toriz Sangeado, armada con el expediente de mi madre, copias de las recetas médicas y un documento firmado por el psiquiatra donde avalaba la enfermedad y las dosis administradas.
El Agente del Ministerio Público no valoró las pruebas presentadas para explicar la razón principal del envío. Tampoco realizó una investigación seria sobre el caso, ni consideró el contexto en el que se mandaron los medicamentos.