La celebración a la Virgen de Guadalupe, es una tradición que millones de mexicanos no olvidan y cumplen cada año. Ríos de personas se dejan ver en las principales arterias de la capital mexicana y a pesar de ser una tradición que ha llamado la atención en todo el mundo, pocos se atreven a hablar del otro lado de la moneda, es decir, el caos vial, la contaminación y los accidentes que causan a su paso los miles de peregrinos que arriban al cerro del Tepeyac.
Uno de los puntos más afectados por la peregrinación del 12 de diciembre, es el caos vial, la combinación de miles de visitantes con obras, principalmente en este periodo de la construcción de la Línea 7 del Metrobús, hacen casi imposible el tránsito de vehículos en arterias aledañas.
Las vías más afectadas son calzada de Los Misterios y Paseo de la Reforma. El tráfico también se ha recrudecido en los ejes 5 Norte Montevideo y 4 Norte Talismán y en las calles secundarias que conectan a Calzada Misterios con Calzada de Guadalupe.
El Metrobús anunció que cuatro estaciones de la Línea 6 estarán cerradas el lunes y el martes, debido a la llegada de peregrinos a la Basílica. Las estaciones fuera de servicio serán La Villa, Hospital Infantil La Villa, De Los Misterios y Delegación Gustavo A. Madero.
Los accidentes, no faltan al ser una celebración de gran convocatoria. Ejemplo de ello, es la falta de respeto tanto de peatones y feligreses, como de conductores que incluso han arrollado a peregrinos.
En días recientes ocho peregrinos resultaron lesionados al ser arrollados por un vehículo cuando circulaban en bicicleta hacia la básica de Guadalupe en la carretera México Pirámides.
Además, la contaminación por basura y diversas fogatas son un tema que preocupa en esta fecha. En su camino a la Basílica, los guadalupanos dejan a su paso empaques, vasos y platos desechables en los que reciben los alimentos y bebidas.
Para descansar, los peregrinos ocupan aceras, camellones, jardines, parques, duermen en sus camiones, realizan fogatas con leña en la calle o banquetas. Los peregrinos reciben a lo largo de su camino en la Ciudad de México donaciones de comida y bebidas por parte de capitalinos que de esa forma pagan mandas hechas previamente.