Si hay algo por lo que México había sido criticado durante décadas desde la óptica capitalista de libre mercado había sido por su “capitalismo de cuates”.
¿Qué significó eso? Que nuestra economía fue el resultado de relaciones de compadrazgo, donde el círculo cercano a los gobernantes era favorecido con un gran regalo: una notaría; una frecuencia de radio; una obra pública de envergadura. “A mí no me des; solo ponme donde hay”, era la frase de la simbiosis del poder económico y el político.
Los que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) llama “neoliberales” cambiaron esa nociva forma de asignar recursos.
Desde mediados de los noventa surgieron con vigor las licitaciones públicas; se creó la Comisión Federal de Competencia Económica que luego derivó en la actual Cofece; se instrumentó un Instituto Federal de Telecomunicaciones (y sus antecesores).
Más recientemente se crearon sistemas de subastas invertidas en compras públicas; se invitó a laOCDE a vigilar la asignación de contratos para el Nuevo Aeropuerto y hasta se usaron urnas transparentes para los sobres con las propuestas de las empresas petroleras que concursaban por los contratos de la reforma energética.
Pero todo este último avance, “neoliberal”, transparente, meritocrático y moderno, fue sepultado el lunes en Polanco.
En un restaurante de postín en donde el presidente electo se puso “de acuerdo” con los empresarios contratistas afectados por la cancelación del NAIM, a quienes prometió no solo trasladar el volumen de obra contratado de Texcoco a Santa Lucía, sino 15 mil millones de dólares anuales en obras adicionales durante su administración.
¿Es usted un empresario de la construcción, pero no estuvo entre los 16 que fueron a la comida privada?
Lástima. Espere por favor otro sexenio para participar en obra pública porque aquellos llevan mano y necesitan ser desagraviados. AMLO pondrá a los empresarios agraviados “donde hay” y, con sonrisas, el presidente reiteró ante micrófonos que sus interlocutores están tranquilos y no lo demandarán.
Claro mensaje de México al mundo: a partir del 1 de diciembre “nos arreglamos” en corto. Adiós al pontificado del FMI y la OCDE sobre cómo hacer funcionar un sistema de libre competencia.
Y las empresas europeas, estadunidenses y asiáticas, que andaban pensando en pedir las bases de las licitaciones para participar en grandes contratos en México… mejor vayan reservando una buena mesa en un restaurante de Polanco.
Carlos Mota / Un montón de plata / Heraldo de México