Cuauhtémoc intentó huir pero fue capturado, entonces pidió ser ejecutado para morir con dignidad

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El conquistador español Hernán Cortés, planeaba meticulosamente el ataque al reino de Moctezuma para así poder tomar la ciudad. Cortés buscó rodear y sobre todo aislar Tenochtitlan para derrocar al ejército mexica.

¿Cómo llevó a cabo esta estrategia? Sencillo. Cortés contaba con un gran ejército, el cual estaba constituido por hombres españoles, ejércitos indígenas aliados de Texcoco y Tlaxcala, caballos y 12 bergantines; estos últimos, construidos para generar ataques a través de las aguas del lago.

Un gran estratega como Cortés, supo ubicar muy bien a todos sus capitanes. En Iztapalapa se encontraba Gonzalo de Sandoval, por Coyoacán estaba Cristóbal de Olid, por último, en Tlacopan, se encontraba Pedro de Alvarado. Estas dos últimas fuerzas, marcharon en conjunto hacia Chapultepec y, tras una dura batalla, lograron romper el acueducto que surtía de agua al pueblo mexica.

Por otra parte, y después de diversas pláticas con sus dirigentes y consejeros, Cuauhtémoc deicidio asumir el reto de defender la Gran Tenochtitlan. Un anuncio al pueblo bastó para que todos estuvieran de acuerdo con él. ¿Y cómo no? Cuauhtémoc anunció a sus ciudadanos, que quien intentara abandonar la batalla, sería ejecutado inmediatamente.

Los tlaxcaltecas, aliados de los españoles, emprendieron la marcha. Sin embargo, algo faltaba, ¿o alguien? Sí, Xicoténcatl no estaba presente en el ejército tlaxcalteca. Este había decidido dejar el grupo y emprender la vuelta a Tlaxcala; Cortés, al enterarse de esto, decidió mandarlo a la horca, por traidor y desertor.

En cuanto a Gonzalo de Sandoval, este fue apoyado por Cortés y sus bergantines para la toma de ciudad, sin embargo, un ataque mexica, proveniente del peñón de Tepopolco, los tomó por sorpresa. Esto no le gustó nada a Cortés, quien inmediatamente contraatacó contra los defensores del lugar, asesinándolos rápidamente.

Si de algo carecían las tropas de Cuauhtémoc, era de aliados. Todos sus esfuerzos por encontrar nuevos elementos que se sumaran a su grupo, fueron inútiles. Por lo cual, la única opción que le quedó, fue la de establecer estrategias defensivas ante los ataques del ejército español, el cual no escatimaba esfuerzos en su afán de avanzar hacia Tenochtitlan.

Ante las constantes molestias de Cortés, Cuauhtémoc, en búsqueda de sabias respuestas, decidió acudir al Tlalocan, para que este, ante toda su voluntad, decidiese que era mejor ante la peligrosa situación. ¿Paz o guerra? La respuesta del Tlalocan fue precisa. Era preferible morir luchando, que terminar arrodillado ante los españoles; por lo tanto, se desató una admirable defensa de Tenochtitlan.

¿Cómo se defendieron los mexicas?

Con temple ante Cortés, todos entraron al combate por la defensa de Tenochtitlan. Mujeres, hombres, niños y ancianos, no importaba. Todo aquel que pudiera aportar, era bienvenido. Piedras, lanzas y macanas, estas fueron las armas utilizadas por los mexicas.

La estrategia defensiva de los mexicas para que los bergantines no cruzaran a la ciudad, fue colocar enormes estacas bajo las aguas donde navegaban las naves peninsulares, esto ocasionó profundas cortaduras en las calzadas de los mismos; así se impedirían los avances por tierra.

Para estas alturas, ya no era tan fácil para los españoles, sorprender a los mexicas con sus estrategias de guerra. Los guerreros mexicas aprendieron a percibir de forma adecuada los ataques del enemigo, por ejemplo, esquivaban el fuego de los cañones, corriendo en direcciones contrariadas, es decir, en zigzag. Además de esto, inteligentemente, acataban la orden de Cuauhtémoc de realizar ataques nocturnos para desestabilizar a los contrarios, sin embargo, aunque era buena idea, poco funcionó.

Los indígenas aliados que caían rápidamente ante los ataques mexicas, eran aprisionados para sacrificarlos frente a sus contrincantes, incluso, Hernán Cortés fue aprisionado alguna vez, sin embargo, logró ser rescatado por Antonio de Quiñones y evito el sacrificio.

El Sitio de la Gran Tenochtitlan.

La lucha avanzó, y Cortés fue cerrando el cerco hacia a Tenochtitlan, con esto evitaba que los mexicas lograran recuperar hombres, municiones y víveres. Un año después del La Noche Triste, Cortés atacó con más seguridad, sin embargo, los resultados fueron los mismos. Salió derrotado.

A falta de hombres y víveres, el ejército mexica se debilitó considerablemente. Los muertos inundaban las calles de Tenochtitlan y los hedores eran insoportables para cualquier nariz; el mismo Cortés detuvo algunos ataques por dicho factor. Los últimos mexicas estaban más que débiles en Tlatelolco; de última, lanzaban piedras, palos o lo que tuviesen a mano, ya que era mejor morir en guerra, que terminar como esclavos.

La redención de Tenochtitlan, intentó ser negociada en diversas ocasiones por parte de Cortés hacia Cuauhtémoc, sin embargo, este último nunca lo acepto, siendo así un guerrero fiel a la voluntad divina del Tlalocan. Cortés, al no obtener una respuesta positiva por parte de los mexicas, dio paso a la destrucción de Tenochtitlan.

La decisión final de Cuauhtémoc ante la caída de la Gran Tenochtitlan, fue contundente, prefirió escapar, antes de ceder a la redención. La idea era reformarse y conseguir más elementos para poder enfrentarse nuevamente al enemigo, sin embargo, esto no llegó a suceder.

Cuauhtémoc intentó huir en la canoa real acompañada de su familia, no obstante, fue alcanzado por un bergantín español, comandado por García Holguín. Una vez capturado, solicitó que lo llevaran ante Cortés. En su presencia, Cuauhtémoc le solicitó ser ejecutado, ya que había dado todo por su pueblo y no había podido ganar la batalla. Sin embargo, otra razón por la cual Cuauhtémoc solicito esto, fue para morir con dignidad y como un sacrificado más ante los dioses, para así después, acompañar al sol en su travesía diaria. Con esto, Cortés logró el Sitio de la Gran Tenochtitlan, el cual solo duro 75 días.

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