Fue la discusión que domino las últimas horas de la Casa Blanca. El jefe de gabinete John Kelly intentó convencer a Donald Trump de la necesidad de autorizar el envío de rescatistas y equipo militar para rescates a México como una muestra de apoyo tras el devastador sismo del pasado martes.
Según señalan en la embajada mexicana de Washington y en la SRE, Trump analizó la cuestión pero finalmente habría decidido no colaborar porque eso podía quitarle fuerza a su voto duro que avala el discurso anti-México.
Fuentes de la embajada de EU en CDMX explicaron que el máximo apoyo esperado podría ser un equipo de bomberos de un condado de Los Ángeles. No más de 15 personas. Uno de los últimos reportes que llegaron a Los Pinos es que Kellyane Conway fue la más férrea defensora de no comprometer apoyos.
Es entendible: en la primera semana que asumió Trump ella fue quien organizó un acto con víctimas de inmigrantes ilegales como plataforma para defender el muro fronterizo. Entre los argumentos del staff de Kelly figuraban antecedentes recientes como que México colaboró con EU en el desastre del huracán Harvey en Houston o el intenso apoyo de rescatistas mexicanos en la tragedia del huracán Katrina que devastó Nueva Orleans.
Y otro dato muy contundente: en el terremoto de México de 1985 que dejó la ciudad en ruinas, Nancy Reagan, entonces primera dama, viajó a CDMX para encabezar labores humanitarias. Kelly además buscaba dar un gesto hacia México luego de que esta semana The New York Times dijera que él había dicho en la cena con los líderes demócratas que México es un “narcoestado fallido”. Pero nada fue suficiente.
Abandonado por gran parte de la cúpula de su propio Partido, Trump entiende que debe proteger su base electoral, especialmente luego de que esa base de seguidores se irritara por su acuerdo con los demócratas para buscar una salida a la situación de los dreamers.