Después de que en noviembre un software para la práctica deportiva dejara al descubierto una serie de instalaciones militares estadounidenses, el Departamento de Defensa emitió hoy una nueva directriz que restringe el uso de dispositivos móviles en determinadas zonas del Pentágono.
“Dispositivos móviles, personales y oficiales, que transmiten, almacenan o graban información estarán prohibidos en entornos seguros del Pentágono”, informó el departamento a través de un memorando interno firmado por el subsecretario de Defensa, Patrick Shanahan.
A tal efecto, Defensa ha instalado consignas a la entrada de dichos entornos seguros, que son aquellos usados para el “procesamiento, manejo y discusión de información clasificada”, donde se deberán depositar los aparatos apagados.
La prohibición, que comenzará a aplicarse con carácter inmediato, no sólo afectará a las cerca de 22.000 personas que trabajan en la emblemática sede del Departamento de Defensa, sino que también deberán someterse a ella tanto los visitantes como los contratistas que accedan al edificio.
Para garantizar que se acata la nueva normativa, los servicios de seguridad del Pentágono realizarán controles aleatorios y el Departamento de Defensa ha advertido que se tomarán medidas contra quienes se salten la prohibición.
Estas medidas contemplan la aplicación de multas, acciones disciplinarias o la retirada de la acreditación de seguridad que da acceso al edificio.
Entre los dispositivos prohibidos no se encuentran ni aquellos empleados con prescripción médica ni, curiosamente, los seguidores de actividad deportiva, siempre y cuando no cuenten con cámaras, micrófonos ni acceso a redes WiFi.
La adopción de estas medidas se produce después de que a finales del año pasado la empresa Strava, responsable del desarrollo de aplicaciones para dispositivos móviles relacionadas con la actividad deportiva, difundiera un mapa de calor en el que se podían observar los recorridos realizados por sus usuarios entre 2015 y 2017.
La alarma, sin embargo, no saltó hasta enero, cuando uno de sus usuarios se percató de la inusual localización de varios de estos recorridos, algunos de los cuales se encontraban en zonas de alta seguridad o próximas a conflictos armados, y decidió compartir sus conclusiones a través de las redes sociales.
Aplicando este mismo patrón en diversas zonas, los usuarios acabaron siendo capaces de identificar lo que parecían ser bases militares secretas, tanto estadounidenses como de otros países.
A pesar de que el mapa no ofrecía imágenes reales de las instalaciones, los dibujos que formaban dichos recorridos permitían deducir mucha información relevante, como la superficie o el diseño de estas instalaciones.