En alguna parte de Sierra del Nevado de Toluca, según cuentan las anécdotas populares, que se encuentren dinero, artículos religiosos de oro y diversos tesoros que pertenecieron tanto a la iglesia católica como a Juan O’ Donujú, que durante los años 1800 fue Virrey de la Nueva España.
La aparente existencia de estas riquezas en la montaña no se hubiera sabido si no es porque en 1900 dos hombres llamados Antonio Martínez y Teodoro subieron hasta un paraje conocido como la cueva del Manzano en busca del tesoro.
Ambos, de acuerdo con las historias contadas, algunas de las cuales yacen en los archivos del Gobierno del Estado de México, fueron atacados por ir en busca de las riquezas, Antonio Martínez murió en el lugar.
Desde ese año la historia sobre el tesoro del Nevado de Toluca se hizo medianamente popular entre los pobladores.
No fueron pocos quienes hablaron de emprender expediciones a la zona para poder encontrar aquellos objetos de valor por los que una persona arriesgó su vida y otra la perdió. Sin embargo poco a poco la emoción se fue disipando hasta llegar a considerarla una historia más del anecdotario popular.
De acuerdo con Agustín Monrroy Carmona, uno de los colaboradores en la edición de Mitos y Leyendas del Estado de México fue hasta 1924 cuando, dice la historia, un par de niños encontraron en una ranchería cercana al Nevado de Toluca una suerte de baúl con algunos documentos entre los que se encontraba un amarillento papel que hablaba sobre la ubicación de este tesoro.
Este escrito había sido elaborado por Bartolomé Juan del Castillo, un pillo que junto con una banda de ladrones que operaban en los alrededores del Nevado de Toluca había saqueado iglesias, asaltado diligencias y extraído valores de las propiedades de Juan O Donojú.
El botín de sus fechorías había sido acumulado por años, con el objetivo de dejarle todo esto a su hijo quien desde hacia muchos años había abandonado junto con su madre. Un fragmento de lo que decía este papel amarillento y al borde de la desaparición lo ponemos a continuación:
“Declaro que en la Cañada del Jicote que se halla en los Montes de los Estrada, de su lugar donde se juntan dos aguas, una chica y otra mayor, de allí por abajo donde hace un salto chico, está un subterráneo, su puerta es pequeña, apenas puede caber el cuerpo de un hombre, está al pie de una corta peñita, dicha puerta está cubierta con una losa que a su vez está cubierta con tierra, aquí hay intereses muy grandes. Y del salto para arriba, en está misma cañada está otra que no tiene peña, está en la loma o costado de la cañada, está donde hay muchas hierbas de otatillo”.
“Allí está el convoy que se le quitó al virrey O Donojú en el paso del macho, este fue como un millón de dinero, al frente se encontrará un altar hecho de mezcla donde está colocado el señor del hospital, que es el que veneraban antes, más también se encontrarán los útiles de plata y oro con que se servía el virrey hay una gran cantidad de barras de plata formando un camellón, también se encontrará un gran depósito de ornamentos, y a un lado, otro altar con el Cristo de oro del Virrey”.
Estos son únicamente dos párrafos de aquel documento. Nadie sabe aún si el tesoro ya fue extraído o simplemente se dejó al olvido.