Se ha hablado de su infarto y sus problemas del corazón, de los neurólogos de Miami que han viajado sistemáticamente a México para tratarlo, pero poco se ha dicho de una condición que aqueja al presidente electo Andrés Manuel López Obrador y que pone en riesgo su movilidad: según fuentes cercanas al mandatario electo, le tuvieron que quemar los nervios del cuello para esconder una grave dolencia en las cervicales, que son las vértebras que están en la base del cráneo y que envuelven para proteger a la médula espinal.
De acuerdo con los mismos informantes del primer círculo de AMLO, durante los últimos años el presidente López Obrador ha tenido mucho dolor de espalda y por eso en muchos de los mítines se le ha visto en una pésima postura, encorvado.
El año pasado, cuando era dirigente nacional de Morena, antes incluso de las precampañas, la condición se puso tan crítica que obligaba a una intervención quirúrgica que lo mandaría a reposo durante varias semanas. Los tiempos políticos se impusieron y el líder decidió no operarse: optó por que le quemaran los nervios en la zona de la nuca para dejar de sentir el dolor. Así, el problema no quedó solucionado de fondo, pero se escondió para que el presidente AMLO no lo sintiera.
En México, desgraciadamente, no existe la cultura de transparentar el estado de salud de los presidentes. En otras naciones forma parte de la información que se da a conocer durante las campañas e incluso es materia de debate. En nuestro país se ha ocultado siempre.
A consecuencia de ello, la condición médica del presidente entrante ha estado rodeada de incertidumbre.
Información escrita por el periodista lame culos* de Loret de Mola