Desde hace varias décadas, las desafortunadas condiciones geográficas y demográficas de la ciudad tamaulipeca de Reynosa ha permitido el establecimiento de múltiples giros negros entre las calles de todo el municipio y con ellos, el dominio práctico de ciertas bandas delincuenciales.
Actualmente, el narcotráfico se ha convertido plenamente en un estilo de vida que invade ferozmente gran parte de la vida económica del poblado. A raíz del asentamiento de esta actividad, la extorsión, secuestro y hasta cobro de piso se han convertido en sucesos comunes a lo largo de la localidad.
No obstante la enorme cantidad de asesinatos registrados en la entidad, sobre todo en los últimos años, la permisividad mostrada ante tal situación por autoridades locales y estatales da prueba de la ineficacia en las medidas abordadas para acabar con el cruento problema.
Así lo ratifica Andrés, vecino de la colonia Benito Juárez, quien además denuncia que el propio gobierno priísta de José Elías Leal se encarga de censurar los delitos que azotan día y noche al lugar sin respuesta aparente por parte de quienes se encargan de velar por la seguridad de la población.
“La gente ya ni siquiera piensa en votar”, afirma indignado el taxista de 42 años de edad. “En estos lugares la política ya no interesa en absoluto. Antes se veían grandes caravanas de políticos con la gente que tenían detrás intentando convencer a la gente de votar por ellos. Ahora se sabe que el narco es quien pone y quita a su antojo”, afirma a Letra Roja.
Quizá por esa razón, los grupos de apoyo político que se observan en la ciudad no rebasan los 10 integrantes. Maki Ortíz Domínguez y Ernesto Robinson Terán, del PAN y el PRI respectivamente, representan a los partidos favoritos para llevarse la presidencia municipal de una Reynosa.
En un poblado en el que debido a las múltiples carencias viales y a cuestiones primarias de seguridad, suntuosas camionetas pickup dominan las principales calles y avenidas y que se encuentra a tan solo unos kilómetros del río Bravo las tendencias políticas de izquierda prácticamente no existen.
A pesar de las terribles condiciones en que se encuentra el la entidad, desde 1981, el gobierno del estado de Tamaulipas ha sido unipartidista. Incluso, señala la profesora Maribel Torres, se comprobó la culpabilidad de Tomás Yarrington en cuanto a casos de corrupción y narcotráfico cuando fue gobernador y permitió el crecimiento del Cártel del Golfo, entonces liderado entonces por el capo Osiel Cárdenas Guillén, y que hasta la fecha permanece en calidad de prófugo de la justicia.
“Se me hace increíble cómo después de tantas precariedades a las que se enfrenta el estado, el gobierno nos quiere hacer creer que las elecciones son democráticas”, denunció la oriunda de Ciudad Victoria. “Ni un ciego podría dejar de ver lo podrida que se encuentra esta política… la narcopolítica”.