Jornadas de 56 horas, salarios que no llenan carritos de supermercado y formaciones congeladas en la secundaria, entre otros, alejan a México de la meta de tener un mercado laboral ejemplar (y legal).
n México, los millonarios y los que tienen un trabajo digno tienen algo en común: son una minoría. Pero agrandar este último grupo es “fácil”, sólo se tiene que cumplir lo que ya está previsto en la ley.
Así se desprende del Estudio Diagnóstico del Derecho al Trabajo 2018 que elabora el medidor de la pobreza en México, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
El reporte analiza el estado real del cumplimiento de las normas laborales nacionales e internacionales que, de aplicarse, permitirían alcanzar la meta del “trabajo digno” en suelo azteca, tal y como está previsto en la Constitución.
Con base a ello, hemos seleccionado cinco retos que el próximo gobierno deberá afrontar si quiere hacer de éste una cosa de mayorías.
1. México debe ponerse a estudiar…
Que los empleadores no cumplan con sus obligaciones de formar al personal viene arrastrándose desde los años 70.
Pero hoy, con la Revolución 4.0 llamando a las puertas de las empresas, esto ha dejado de ser una cuestión de cultura interna de la organización a ser un tema de interés macroeconómico.
Según dicen los expertos, la cuarta revolución industrial no acabará con el empleo, sino con el trabajo no calificado, pues se necesitarán técnicos para diseñar y operar la plantilla de máquinas que desempeñarán las tareas más repetitivas.
El Coneval habla de un 57.6% de la población de entre 18 y 54 años que no recibió capacitación entre 2013 y 2015.
La comparativa con colegas latinoamericanos hace aún más evidente la urgencia de que México se ponga a estudiar: la OIT estimó que, en 2015, casi la mitad de los colombianos de entre 15 y 24 años había participado en la formación profesional, un 36.1% en República Dominicana y casi dos de cada diez en Brasil. En cambio, en México el porcentaje era del 3.2%.
Lo interesante del estudio del Coneval es que muestra que ya hay experiencia en México sobre los beneficios de educar a los trabajadores.
Por ejemplo, con el programa Bécate del SNE, en el cual las empresas diseñaban los cursos a cambio de poner ellas la infraestructura y de contratar a un porcentaje de los becados.
“La evaluación de impacto realizada en 2015 al programa Bécate muestra que aumenta la probabilidad de estar empleados en el corto y mediano plazo; a los tres meses aumentan sus ingresos semanales (75.85 pesos), así como aumenta la probabilidad de acceder a las prestaciones de ley y al IMSS”, afirma el Coneval.
2. … y compensar por haber estudiado
De poco servirá capacitar a los trabajadores si luego no se les compensa monetariamente. Porque uno de los factores que desincentivan el interés en estudiar es las nulas esperanzas de que esto revierta en una mejor quincena.
La llegada deLópez Obrador a la presidencia del país, así como las nuevas exigencias salariales en el sector automotriz que prevé el recién presentado USMCA, han dado aire fresco a las esperanzas de que los salarios mejoren en México.
Porque 47 años de salario mínimo prácticamente estancado son suficientes para acabar con cualquier expectativa de mejora.
El estudio revela que la tasa de crecimiento del salario mínimo real entre 1970 y 2017 es negativa, es decir, el salario mínimo, una vez descontada la inflación, ha disminuido en este período.
Más en concreto, entre 2009 y 2017 el ingreso promedio real por hora trabajada cayó de 38.7 pesos a 34.6.
3. Compartir ayudaría a generar más trabajo
Los bajos salarios en parte explican la falta de empleo en México. El Coneval argumenta que la falta de ingresos suficientes en los hogares llevan a que los trabajadores conviertan las horas extra en jornada ordinaria.
En concreto, casi un 30% trabajaron más de 48 horas semanales en 2017 y, de estos, la mitad más de 56 horas por semana, sin contar con el tiempo de traslado del hogar al trabajo.
Alargar la jornada laboral es una opción junto con recortar los días de vacaciones que corresponden por ley, de por sí escasas en México en comparativa internacional.
“Mientras en México un trabajador tiene 6 días de vacaciones pagadas por el primer año, en Argentina se garantizan 12 días, en Colombia 15 y en Francia 30 días anuales”, afirma el Coneval.
Una posible solución que ya ha sido realidad en algunas partes del mapamundi y que propone el Coneval es la estrategia del “trabajo compartido”, con medidas como reducción del tiempo de trabajo, semanas de tres o cuatro días laborales o distintos horarios diarios.
4. Legislar, aplicar… y controlar
El Consejo da un toque de atención a los mecanismos de inspección laboral, a cargo de la Dirección General de Inspección Federal del Trabajo (DGIFT) a nivel nacional.
El medidor de la pobreza habla de baja cobertura, falta de personal, sobre todo capacitado, además de deficiencias en el proceso sancionador.
De un grupo de 62 países, México fue el segundo con menos inspecciones laborales, al tener 0.2 inspectores del trabajo por cada 10,000 trabajadores, según datos del Banco Iberoamericano de Desarrollo (BID).
Sin un sistema de inspección que realmente controle que se cumplan las normas de higiene, salario mínimo y formalización de los contratos, entre otras, grandes reformas legislativas que ocupan portadas y elevan la credibilidad de algunos políticos pueden quedar en nada.
Así sucedió con la reforma de la Ley Federal del Trabajo de 2012, que elevó el monto de las sanciones por infringir la normativa laboral. Pero, a la práctica, “no actuó como un factor disuasivo de las violaciones de los derechos de los trabajadores, ya que el costo del incumplimiento de la legalidad era muy bajo”, afirma el Coneval.
En este sentido, el estudio argumenta que “el drástico” aumento de enfermedades profesionales es consecuencia directa de la falta de sanciones por la vulneración de la normativa de seguridad e higiene en los puestos de trabajo.
5. ¿Dónde hay trabajo?
En 2016, dos de cada diez desempleados en México se colocaron gracias al Servicio Nacional de Empleo (SNE), y al año siguiente, un 1.6% de ellos acudió a este intermediario público.
En sector privado, las cifras de 2017 son un poco más optimistas, pues prestaron sus servicios de intermediación entre oferta y demanda a un 25.3% de los residentes en México sin trabajo.
Estas cifras apuntan a que los que buscan empleo se sirven de medios más casuales para saber dónde está la demanda de trabajo, como el boca oreja, familiares y amigos.
“Lo anterior supone una desventaja, ya que recurrir a medios informales, lleva a reproducir las desigualdades iniciales, especialmente cuando aquellos se desenvuelven en medios precarios”, afirma el Coneval en el estudio.
Sin formalidad, faltan datos
El lema del Coneval es “lo que se mide se puede mejorar”. De ahí que gracias a este diagnóstico López Obrador y su equipo puedan empezar el sexenio con una idea más clara de cómo convertir el derecho al trabajo digno o decente en un derecho del que se beneficia el pueblo.
Pero estos datos se obtienen mayormente con base en estudios que medien el trabajo formal, porque es del que es más fácil obtener mediciones. Por eso, deben complementarse con una cifra más: 56.65%, que es la tasa de informalidad que arroja la última Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, del segundo trimestre de 2018.
Lo contrario sería dejar un ángulo muerto en la lucha contra el trabajo indigno e indecente. Como dice el académico Robert Birnbaum, “si no podemos medir lo que es valioso, acabaremos valorando sólo lo que es medible”.
(Con información de forbes)