¿Se imaginan un perro dándoles terapia?.
Ya se sabe que los niños suelen pedir a sus padres que les compren un perro, y que no todos tienen la suerte de conseguirlo. Hay otros niños, sin embargo, que no pueden pedir ni perro ni nada a sus progenitores porque viven en centros tutelados por las administraciones. Pero, a partir de ahora, podrán sentir qué significa tener un amigo de cuatro patas. Es más, ese amigo puede ser fundamental en su mejora vital; puede ser su psicólogo.
El año pasado, la Generalitat de Cataluña y la Fundación Affinity pusieron en marcha Buddies (en inglés, colegas), un programa piloto de terapia asistida con animales de compañía en el Centro Residencial de Acción Educativa (CRAE) Joan Torras, en el barrio de Sant Andreu de Barcelona. Fue cuando se inauguró en 2011, el primer centro de acogida de adolescentes en riesgo de exclusión de la ciudad: 20 plazas para menores cuyos padres perdieron la custodia por causas diversas, “negligencia, maltrato, abandono…”. EL MUNDO pasó una tarde en este lugar de amparo hace un par de semanas, la tarde en que los perros terapeutas tenían su visita semanal.
Bau, Volka, Pipa, Jaro, Darwen, Neula y Lana llegan hasta el lugar acompañados de dos terapeutas y una veterinaria. Posan para el fotógrafo como si lo hubieran hecho durante toda su vida. Jaro aún está en formación porque tiene siete meses, todavía es cachorro y está aprendiendo la labor. El resto, son avezados terapeutas de cuatro patas, parecen conscientes de estar realizando una importante función.