“En Boston me he dado cuenta de que los universitarios tenemos suficiente potencial, la UNAM lo tiene, ojalá los medios de comunicación subrayaran eso; esta universidad nos da todo, y todo es prácticamente gratis, por eso hay que esforzarnos, no decir ‘no puedo’, arriesgarnos, salir de la zona de confort”, recomendó Ricardo, quien en el MIT desarrolló materiales bidimensionales para hacer microchips y paneles solares.
Añadió: “Yo soy de La Mina, ahora ya mucha gente sabe dónde es; ahí, dormir en hamaca es bastante cómodo. Mi historia es como la de miles de mexicanos, y en mi pueblo había una ley: ‘naces y mueres pobre’; aun así, ahora no me siento alguien extraordinario, sólo soy feliz”.
Egresado de la licenciatura en Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el indígena zapoteco quiere ahora aplicar “para ver si puedo hacer un posdoctorado, y a largo plazo deseo ser docente, ya sea aquí (en México) o en el extranjero; mi siguiente sueño es ir a Corea”.
Al impartir la conferencia “Cómo la ciencia ha cambiado mi vida.
Los sueños se pueden cumplir”, el también Premio Nacional de la Juventud 2017 aseguró que la ciencia le ha ayudado a cumplir su anhelo, aun cuando no se considera lo suficientemente bueno para hacerla.
Ricardo compartió que nació en casa de sus abuelos, pasó su infancia entre Morelos y Oaxaca, vendió limones, aguacates, fue canastero. En la preparatoria se enteró que existía la UNAM, pero no tenía dinero para pagar el examen de admisión, así que ‘boteó’ para alcanzar ese objetivo.
En la facultad vendió dulces para mantenerse y dormía en casa de sus compañeros. “Algunos me invitaban a comer, pero mi dieta esencialmente fue a base de bolillo o torta de tamal con agua, y cuando no resistía el hambre mejor dormía y asunto arreglado… hagan la prueba”, soltó.
Ricardo Pablo Pedro relató que en la Ciudad de México vivió en Culhuacán, en Santo Domingo, “en cuartos que ni ventanas tenían, podías morir y nadie se daría cuenta, pero cuando llegó mi carta de aceptación al MIT dije una y otra vez: ‘yo creo que se equivocaron’, no me la creía, hasta que llegué allá y pregunté por el lavadero, se rieron, allá no existe eso”.
Y, ante el apoyo de tanta gente, sostuvo que en mayo “todos se graduarán con él”, incluida su madre, a quien admira totalmente, pues no estudió, no sabe leer ni escribir, “pero yo he cumplido su sueño”.