Es triste saber que aún existe en estos tiempos una forma de creer donde – al menos aquí en los mexicos – “justicia” es sinónimo de castigo, el sistema de justicia que tiene México se basa en castigar a aquel que ha cometido un delito, y delito a los ojos de los jueces más hipócritas del sistema de gobierno y de la sociedad, ósea todos.
Aquí choco terriblemente porque quizá la experiencia que tengo con este tema es sobre todo negativa, pues la mayoría de conocidos que tengo que pisan la cárcel o son sometidos a este “sistema de justicia” por ya sea sus arranques de desesperación por la situación económica o el muchas veces triste estilo de vida que llevan, consecuencia del mismo sector educativo y social, resulta que salen peor de como entraron, y con peor me refiero a que un castigo consecuencia de una agresión o un delito hacia un semejante solo crea mayor odio o desesperación de la que ya carga el sujeto, haciendo más complicada su ya de por sí difícil situación, pues, en vez de indagar o desenmarañar los misterios de una mente carente de compasión o respeto a sus semejantes, el sistema de justicia se limita – terrible y perezosamente y como ya dije- a implementar un castigo igual o incluso peor y más criminal que el del propio sujeto, imponiendo un intento de reflexión hacia sus acciones que obviamente no dará resultado, e incluso agravian el dolor y odio, convirtiendo a las absurdas e injustas leyes de un sistema de gobierno en amenazas directas hacia el pueblo, solo para mantenerlo a raya cumpliendo el concepto de control sobre la sociedad que le permite exprimirla a voluntad.
Para esto basta con permitirse dialogar con alguien que ha pisado la cárcel o un anexo para darse cuenta del terrible trato que reciben por parte de las supuestas autoridades que rigen estos patíbulos sanguinarios.
Por otro lado, es realmente triste que el pueblo mexicano crea en este arcaico sistema de justicia -que de justicia nada tiene- casi ostentando que entienden el concepto de la misma y hasta creen ser candidatos perfectos para dictarla, para fungir como jueces.
Y este es el verdadero problema, que todos toman el papel de juez, sentenciando y condenando a sus semejantes con el limitado concepto del OJO POR OJO dando vida a esa “Tierra de Hipócritas” de la que habla aquel poeta.
Lejos de pedir justicia, lo que realmente piden es venganza, piden el castigo hacia aquel que los ha ofendido, los ha lastimado, los ha insultado, provocado, asustado, contestado mal o hasta los ha visto feo, porque realmente ¿quién se mira a si mismo antes de juzgar a otro?
¿Qué te Gobierna México?
Es verdad que México presume de un sistema de gobierno bastante eficiente, pero en realidad es que no gobierna nada, está claro que no dirige, no ayuda, solo figura, impone, pero yo te pregunto querido lector ¿es realmente el gobierno quien te gobierna? O ¿Qué es eso que te gobierna?
¿Somos o no somos?
Pero aquí hay una contradicción bastante peculiar, la sociedad ya está muy molesta, está harta, está emputada mijo, al preguntar sobre la situación de su pueblo, es curioso cómo no pueden esperar a revelar todas esas quejas que tienen hacia sus gobernantes, tachando así a su gobierno como lo peor y principal responsable de sus desdichas, mucha corrupción, mucha violencia, pereza, injusticia, indiferencia y muchos conceptos negativos que por alguna razón tienen bien ubicados ¿será porque tienen que lidiar con ellos día con día?
Pobreza, corrupción, crimen, desfalco, inseguridad, injusticia, robo, etcétera… Vaya que es interesante como las personas hablan de su casa, de su hogar.
Ahora lo curioso es que ante cualquier adversidad ¿Por qué acuden a él?
Es decir, si no están de acuerdo con las leyes ¿Por qué acuden – digamos – a las ineficientes autoridades cuando son víctimas de un asalto? ¿O cuando tradicionalmente los porros aplacan una manifestación? ¿O cuando se tapan las coladeras inundando las calles por esa enfermedad llamada consumismo que se transforma en basura y que resulta que nadie tiró? ¿O porque se cuelgan “ilegalmente” de los postes de luz? ¿O porque hay baches? ¿O porque hay un drogadicto afuera de su casa? ¿O porque hay un carro mal estacionado? ¿O porque el vecino hace mucho ruido y no te deja dormir? ¿O porque hay gente pobre en las calles? ¿O porque los “Ninis”? ¿O porque hay un tipo misterioso afuera de su casa que les da miedo?
¿A poco no es eso una hipocresía?
Mi amigo Aniceto me contaba lo furioso que estaba con sus compañeros de trabajo y más que nada con su jefe, pues resulta que fue suspendido un día sin gozo de sueldo pues decidió no presentarse a trabajar un día sábado que casualmente coincidía con un peculiar número de día en su calendario que resulta ser “Festivo” a lo que según las leyes debe pagarse al doble o triple, como esto último no sería “respetado” decidió no presentarse a trabajar en honor a la revolución y la democracia y un poco de rebeldía, casualmente poco después fue corrido del trabajo por un largo historial de faltas injustificadas y retardos en su horario laboral y un poco de rebeldía.
Es un ejemplo bastante absurdo lo admito, pero a eso me refiero, Aniceto era el primero en quejarse de las leyes laborales de la empresa o cualquier otra ley y ni se diga a la hora de llevarlas a la práctica, pero cuando se trata de un beneficio para Aniceto se le olvida su revolución y su rebeldía.
Lo mismo pasa con el gobierno, el pueblo ya lo considera ineficiente pero aun así no deja pasar la oportunidad para exigirle resultados, exigirle un cambio, exigir acabe con la pobreza, exigir acabe con la corrupción, exigir acabe con la inseguridad, exigir acabe con los secuestros, exigir dé fin a los acosos, exigir aumente el salario mínimo, exigir acabe con la delincuencia, exigir exigir exigir…
¿Qué te Gobierna México?
¿Es codependencia? O ¿Por qué se sigue reconociendo a un gobierno como tal? Porque a decir verdad, creer que el gobierno tiene la obligación de resolver todo lo ya mencionado solo porque usted querido lector paga impuestos, me parece más una absurda escusa y pretexto para culpar a alguien y poder mantener a flote el mediocre madero de sus vicios y apegos, porque seamos sinceros ¿Dónde vienen esos impuestos? ¿De qué forma se hace rico el gobierno y las empresas? Y ¿Qué tan fuerte es su voluntad, querido lector, para detener su consumo, adicciones y comodidades para hacer temblar el sistema entero? Estamos conscientes de que vicios y adicciones hay muchos, no solo el alcohol o el cigarro o las drogas lo provocan, azucares, refrescos, internet, TV, tecnología, electrónica, el trabajo, el chisme, la crítica, la ira, la burla, la ofensa, la mentira, la vanidad, los deseos, la cogedera, religión, por mencionar algunos, ni buenos ni malos, vicios, apegos, todos consecuencia de una carencia en su ser, en su espíritu, carencia que debe ser encontrada y trabajada, ¿Estamos listos para eso? Porque debe saber que tiene la fuerza suficiente para cambiar cualquier aspecto de su vida, de lo contrario lo único que hacemos es culpar a alguien más de nuestra participación y oportunidad con el prójimo en el servicio, se cree la víctima y toma el papel de juez para sentenciar e imponer cambios a su entorno y nunca a su centro.
¿Justicia por mi propia mano?
En el otro extremo, el pueblo harto de la vida que lleva decide que si las autoridades no capturan y ajustician a los criminales, lo hará el propio pueblo haciendo justicia por su propia mano. ¿Cuál es esa mano? ¿De qué modo?
Justicia vs Venganza
“Justicia no es castigo, justicia sin amor es injusticia, ¿Cómo la justicia va a castigar o destruir a un ser llamado criminal o violento cuando ya está destruido y es por ello que delinque?”
Ya no se trata de quien la deba si no de quien la pague
Poco a poco los casos en los que el pueblo reprende, golpea, quema vivos y asesina a supuestos criminales van tomando fuerza, al parecer esta es la definición de justicia que el pueblo tiene, un acto de violencia, un ritual demoniaco donde la muchedumbre desahoga su furia, su miedo, su inseguridad que es miedo igualmente, su ignorancia, su decadencia, sus frustraciones, su resentimiento, su dolor, su cobardía, su impotencia, su locura y lo llaman justicia.
Es solo el dolor del ego el que clama venganza, no justicia, su justicia no es justicia, es simple venganza.
Somos seres muy sensibles y estamos conectados unos a otros y así mismo con todo lo que nos rodea, cualquier acto de odio o violencia hacia un semejante en consecuencia lo sentiremos en nosotros mismos, pero la interpretación ya depende de cada mente, pues puede generar en ti empatía y en otro gusto y en otro compasión y en otro impotencia y en otra tristeza y en otra dolor y en otro gracia y así un sin fin de sentimientos, pero el acto es para todo aquel que lo presencia, por eso mismo es muy importante no dejarse gobernar por las emociones, estar alerta, en su centro, centrado, sereno moreno, no estar en la pendeja pues, tu creencia de justicia no es la misma para otro, aquí empieza la cacería de brujas.
Hace poco tiempo se dio un evento en el CCH Azcapotzalco donde una manifestación fue reprimida con violencia por otros manifestantes que han etiquetado como porros, un evento bastante triste pues evidencia lo limitada y retrasada que está la sociedad y el país.
Esto desató en el pueblo hipócrita un llamado a las autoridades para que se haga venganza, para que todos estos jóvenes golpeados y que algunos hasta al hospital fueron a dar, sean vengados.
Esto es un tema bastante controversial, fuera de las razones por las que los alumnos agredidos decidieron hacer paro estudiantil y manifestarse, que están en todo derecho pues es una respuesta a las irregularidades que aparecen en el plantel y que solo son comprendidas por aquel que trabaje y estudie ahí y que la violencia nunca es solución para nada, hay algo fuera de todo esto que me llama mucho la atención, la hipocresía del pueblo.
Y es que parece ser que solo encarcelados, hospitalizados, golpeados o muertos existen para el pueblo, y solo así prestan atención.
¿Qué quiere decir esto?
Que todos estos eventos tan “FUERTES” que pasan, el nivel de violencia que hay en el país, es una especie de requerimiento para despertar, lamentablemente se requiere de estos cantos catastróficos para que el pueblo preste atención, para que se dé cuenta de donde está parado, para que reflexione, pero ¿hasta cuándo? ¿Cuántos jóvenes muertos más se requieren? ¿Cuánta violencia más? ¿Cuántos gobiernos idiotas más? Si el agua ya nos llegó al cuello.
¿Puedes ver el patrón?
Fue triste observar que la respuesta de muchos fue la misma, exigir, exigir a las autoridades lo solucionen, “QUEREMOS JUSTICIA” los medios como siempre aprovechándose de esto para desaparecerlo lo más rápido posible y ganar sus respectivas audiencias y televidentes para hacerse notar, y la otra televisión –las redes sociales- con la cacería de brujas, evidenciando y señalando sospechosos y a otros participantes para así puedan capturarlos y aplicar la venganza y castigo.
A sabiendas de que cada vez más aquel “criminal” está expuesto a la muchedumbre asesina como se ha venido viendo, todos colaboran en un intento decrepito de figurar como justicieros, como personas empáticas al dolor ajeno ocultando su ignorancia de lo que pasa en su país, condenan, señalan, cooperan en la captura de sus semejantes con el derecho de juzgar los actos de los demás, cual si un santo fueran, cual si su camino lleno de estiércol han terminado de limpiar, es así como son participes de la cacería de brujas, sin saber la gran carga que se echan encima al condenar a alguien, al mandarlo al matadero y solo repiten la historia una vez más, una muchedumbre de criminales ignorantes bien comidos (y otros no pero enojados) pidiendo que crucifiquen a su hermano otra vez, hermano que no se permiten conocer, porque al parecer al pueblo le encanta traer colgado al nazareno siempre en la cruz, no lo quieren bajar.
Al condenar a alguien te condenas a ti mismo
Otro caso muy sonado fue otra ya clásica reprimenda por parte del gobierno hacia los manifestantes, pero en esta ocasión fue hacia un grupo de maestros que igualmente iniciaron un paro estudiantil, como es costumbre llegado el momento un grupo de policías antimotines golpearon a los maestros para deshacer aquella manifestación, lo más curioso es que ahora esos mismos maestros que protestaron y otros que no pero apoyaban su causa sentaditos en su casa, exigen a las mismas autoridades que los golpearon a que capturen a aquellos porros golpeadores.
Y así se van repitiendo historias similares adoptando tendencias y modas según lo aprendan, cual primates observando diversas actitudes en su ambiente, imitándolo sin pensar las consecuencias de sus actos, ahora el ambiente es la TV y la otra TV (Las redes sociales) y el primate puedes ser tú, de todo corazón y con el perdón de los simpáticos chimpancés.
Ahora se encuentran nuevamente atrapados por la otra TV (Las redes sociales) quienes en su decadencia revestida de novedad, les suelta un poco más la ya vieja y oxidada cadena penitente a sus esclavos permitiéndoles figurar como protagonistas y ya no tanto como simples espectadores como lo hacía la original TV, dándoles rienda suelta a proponerse como los mejores actores de su repetida e individual película, fragmentando aún más sus sociedades haciendo la guerra de los unos contra los otros cuando son los mismos, la guerra ahora es de Caín contra Caín, criminal contra criminal, enseñando a cuidarse las espaldas, a defenderse de los asaltantes o matarlos si es posible, el miedo hablando de miedo, pero todo a un nivel de locura colectiva, locura sin fin por que buscan culpables por todos lados cuando lo están encarnando, ahora visto con los acosos a las mujeres en el transporte y más los intentos de secuestro que al parecer de intentos no pasaron, nuevamente la histeria colectiva toma a las masas quien sin darse cuenta caen en la pegajosa y aferrada charca de brea a hundirse a lento ritmo en esa negra inmundicia, llamando a una supuesta unión de un solo género desuniendo la armonía, quebrando la diversidad, manteniendo la guerra de géneros, la guerra de sexos cuando ambos padecen de lo mismo, las mismas carencias, los mismos miedos, ambos sin atender la lujuria que traen trepada, y entendemos por lujuria al abuso de la cogedera ya sea en acción, pensamiento o por omisión, o la vanidad que como fin intenta despertar bajos instintos y se ve rebasada cuando los despierta en una bestia que no puede controlarlos, pues es realmente la consecuencia de sus acciones la que les cae encima llegado el momento, pues ¿Quién realmente actúa en honor a la libertad y no al ego, o a la vanidad, o a la soberbia? Y así, todos buscan el problema, la raíz de su desdicha y nunca la ven, culpan a la bestia.
Si las leyes son crueles ¿Por qué condenas a tus hermanos?
Entonces llegamos a algo curioso, el pueblo desea el dolor a su pueblo, es cierto que el enojo o el dolor nos hace decir cosas de las que luego nos arrepentiremos, pero vaya que es un círculo vicioso esta absurda creencia que parece más una excusa para lavarse esas manos, esas manos ¿qué tan limpias están? Como para que puedas levantarla para señalar a alguien sin que envenenes o ensucies al que está a tu lado.
¿Quién realmente es justo en sus actos para hablar de la justicia?
Dios, gran misterio, gran espíritu, madre tierra, pachamama, sus hijos no creen en tu justicia, aplican la de ellos…
Creen en la existencia de dios, están de acuerdo en que él los guía, en que todo lo que les pasa es resultado de una serie de consecuencias requeridas para su crecimiento, para su evolución, pero aun así condenan a quien los lastimó, a quien los ha despojado de sus pertenencias, sus posesiones, lloran porque les arrebatan esas cosas materiales que los vuelven miserables, que los vuelven esclavos, no quiero ni pensar el día que tengan que entregar el cuerpo, su vida, entregar el espíritu a dios, ese dios al que tanto le rezan para pedirle cosas, más cosas.
Entonces ¿es el pueblo mexicano un gran hipócrita? ¿Un mentiroso? ¿Un doble moral? ¿Un injusto? ¿Un doble cara?
No lo es, solo es un poco ciego.
Solo hace falta pulir más esa conciencia, pues de lo que si no se puede escapar mi pueblo es de la ignorancia, pues la verdad está frente a sus ojos, en sus hermanos, en su vida, en los árboles, en sus acciones, en sí mismo, está dentro de sí mismo, y no la ve, no la siente, la busca por todos lados, como aquel distraído que busca y pregunta por algo que tiene en la mano, la respuesta ya está ahí.
Las clasificaciones, las etiquetas, los géneros, son conceptos que desecharemos con el tiempo, para darle la bienvenida a la aceptación, al respeto, al amor, nos daremos cuenta que el hombre no nació para vengar ni ser vengado, que no es nuestro trabajo aplicar la justicia a los demás, si no que en realidad debemos ser esa justicia, ser justos en todo momento, para poder comprender que lo que nos pasa no es un castigo, sino una enseñanza nueva.
Ningún árbol da su fruto antes de tiempo y si tarda en darlo no puedes ir y obligarlo a que lo de, pero si puedes ir a brindarle agua para nutrirlo, puedes darle paciencia, cariño, amor, eso no cuesta o ¿Cuesta?