Estas son fechas de Papa Noel o Santa Claus, pero en algunos países de Europa, en el folclore alpino, a los niños malos se los lleva en un saco un demonio muy malo llamado Krampus, quien es el espíritu de la Navidad o el espíritu de la naturaleza invernal. La palabra Krampus proviene del antiguo alemán“krampen”, que significagarra. Es conocido también como: Knecht Ruprecht, Klaubauf, Pelzebock, Schmutzli.
Según la leyenda este demonio que vive bajo tierra, aparece en las noches de Diciembre, merodeando las calles durante dos semanas, haciendo sonar campanas y cadenas oxidadas para asustar a los niños pequeños. Su imagen presenta un rostro diabólico está acompañado de una larga lengua roja, con cuernos en la frente y mirada enfermiza.
Tiene el cuerpo cubierto por un oscuro y tupido pelaje, y sus patas son similares a las de un fauno. En muchas imágenes es ilustrado con una canasta en su espalda, en donde coloca a los niños malos para llevarlos al infierno. Es el contrapunto de Santa Claus que en vez de repartir regalos reparte dolor, dolor y miedo, porque el castigo al mal comportamiento nunca ha sido la ausencia de regalos sino el dolor.
Krampus fue aislado y condenado por la iglesia católica, por ser un demonio pagano, pero no se logro erradicar una tradición tan arraigada. A finales del siglo XX las fiestas de disfraces y reuniones sociales recuperaron la figura del Krampus. Ahora los jóvenes de muchas zonas de Europa como Austria y Hungría se disfrazan de Krampus mientras se divierten y asustan a los niños en divertidas cabalgatas.
En Austria, durante el día de San Nicolás, llamado también la noche de Krampus “Krampusnacht”, muchos adultos disfrazados de esta criatura con trajes que pueden superar los 40kg de peso, comienzan un antiguo ritual conocido hasta el presente como la “Carrera del Krampus”, en el que los disfrazados portan antorchas y se abren paso por las calles asustando y fustigando con ramas secas a mayores y niños.
Krampus, el demonio mitad cabra, es la criatura que según la tradición austriaca, castiga a los niños en Navidad. Es la contraparte de San Nicolás, que en vez de llegar con regalos en su trineo, llega con un canasto y un palo para golpear a los pequeños y después llevarlos a su guarida o al infierno.
El nombre de este peculiar personaje proviene de la palabra alemana krampen, que significa garra. Según la tradición, Krampus aparece la noche anterior al 6 de diciembre, que es cuando llega Santa, y merodea las calles escogiendo a sus víctimas.
La leyenda cuenta que este demonio vive bajo tierra y su apariencia es la de un ser incubo, con un rostro diabólico acompañado de una larga lengua roja y colmillos, con cuernos en la frente y una mirada aterradora. Su cuerpo esta lleno de pelo y sus patas son similares a las de un fauno.
La antítesis de San Nicolás ha existido desde la época medieval en varias partes de Europa gracias a sus raíces paganas. Sin embargo, por mucho tiempo la Iglesia Católica condenó dichas festividades. Ahora la tradición tomó un nuevo impulso; su leyenda ha reaparecido en su tierra natal y además está teniendo éxito en otros lugares.
¿De dónde viene el repentino interés por este viejo demonio? Parece ser que del arte. El diseñador gráfico Monte Beauchamp fue el primero en tener interés en la antigua tradición austriaca después de que un coleccionista le mostrará postales del siglo XIX donde aparecía Krampus.
Beauchamp publicó algunos ejemplares en la revista BLAB! y posteriormente hizo dos libros de tarjetas en 2004 y 2010. Al poco tiempo de que el primer libro saliera a la luz, una galería en Santa Mónica, California, expuso las interpretaciones artísticas que el estadounidense hizo de la figura mítica.
A partir de ahí, Krampus ha aparecido en desfiles de EU, en cómics, cortometrajes e incluso en chocolates y dulces, pues los comerciantes austriacos intentan suavizar la impresión que las personas tienen del personaje. Por si fuera poco, en Los Ángeles se organizó un club teatral de Krampus y muchas personas han pedido concesiones para usar las imágenes de Monte en sus libros.
En Austria, Alemania, Hungría, Eslovenia y la República Checa, muchos hombres se visten como demonios y se emborrachan, persiguiendo a la gente por las calles y asustando a los niños. Es como un Halloween, pero en Navidad.