La importancia de dar, el mundo recompensará nuestro esfuerzo a su debido tiempo

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Dar sin esperar es un bello hábito que todos podemos desarrollar. Esto no sólo nos permite aprender a desapegarnos y compartir, también ayuda a edificar un presente más humano. Y en esa dar sin esperar, nunca se sabe… quizá puede que algún día la vida nos sorprenda, porque todo lo que hacemos vuelve.

El Karma es el juez de nuestros actos, es la energía transcendente e invisible que se deriva de nuestros comportamientos y que va acumulando consecuencias y pagos conforme a ellos. El Karma simplemente nos dice que las fuerzas que pusimos en movimiento hace diez minutos o hace diez vidas volverán a nosotros.


Íntimamente ligado a las reencarnaciones venideras, se convierte en la energía que usaremos para limpiar el alma hasta que alcancemos la perfección. Mientras que el Karma simboliza la responsabilidad y el pago por nuestras acciones, la reencarnación nos ofrece la oportunidad de seguir avanzando.

Según esto, nosotros tenemos la libertad de comportarnos como queramos desde la primera encarnación y, en consecuencia, acumularemos esta energía. La creación de Karma bueno y malo e intencional o no intencional dictará lo que tenemos que enfrentar y resolver en la vida. Nuestra primera meta es aprender, a través de la experiencia, a ser mejores.

Así, la Ley del Karma no da lugar a la casualidad y en ella encierra 12 leyes que dictaminarán cómo responderemos por nuestras acciones, pensamientos y sentimientos.

“¿Existe una máxima que debería ser la base de las acciones que uno toma a lo largo de su vida? Seguramente es la máxima de la compasión: no hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti”

-Confucio-

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