Quienes conocen a fondo la historia de Ricardo Alemán aseguran que su salida de El Universal tampoco fue en los mejores términos. Fue allí donde empezó a radicalizar su discurso contra Andrés Manuel López Obrador y los militantes de Morena. La dirección del periódico más leído del país observaba con preocupación ese tono cada vez más violento de sus columnas.
“La jauría rabiosa”, “la legión de idiotas” y otros duros calificativos en contra de los seguidores de AMLO daban a Alemán un protagonismo mediático y en redes sociales, a costa de dañar la relación del periódico con un amplio público que por supuesto incluye a simpatizantes de Morena.
Los Ealy Ortíz decidieron entonces ofrecerle a Alemán una participación más espaciada de sus columnas, sosteniéndole el mismo salario. Una propuesta win-win, pensaron. El periodista no aceptó y saltó en pocas semanas a Milenio.
Esta explicación la compartieron las máximas autoridades del Gran Diario del País con los directivos de Milenio, que en los días pasados también decidieron finalizar su contrato con Alemán, en medio de sus denuncias de persecución y censura.
“No hubo censura, lo que hubo fue un gesto”, coincidieron los directivos mediáticos que allí comían. Y un dato saltó entonces sobre la mesa: Emilio Azcárraga también había ordenado el cese inmediato de Alemán porque entre los directivos ya había bajado una aseveración drástica: la diferencia de AMLO es -según su lectura- irreversible.
En privado, el principal accionista de la televisora suele repetir que para sus propios intereses no habría mejor presidente que Meade, que garantizaría estabilidad, un clima de negocios favorable y no recortaría de forma drástica los recursos de publicidad oficial, como sí hará AMLO.
“Las reformas aprobadas han sido importantes. Yo te puedo hablar de la que conozco, la de telecomunicaciones. Se ha abierto la competencia en televisión, donde competimos ahora con más televisoras, pero también en telecomunicaciones ha empezado a verse el avance”, sentenció en su última entrevista.
Y agregó: “Yo soy de la idea de que un país no puede reinventarse cada seis años. Se requiere cierto grado de continuidad. Eso no limita, desde luego, que se revise a fondo cualquier asignación que se tenga que pagar con recursos públicos”.
Las encuestas públicas -y privadas- que maneja Azcárraga confirmarían que AMLO está a más de 15 puntos de Anaya, su escolta. “Eso explica la calidez con la que recibieron a Andrés Manuel en Tercer Grado y el despido automático de Alemán. Nadie recibió una llamada. Fue un gesto natural hacia AMLO”, explicaron a LPO.
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