Los Gobiernos de todo el mundo, con la gran excepción de EE.UU., se comprometerán esta semana a aumentar las vías para la migración regular, a mejorar la protección de los inmigrantes durante sus viajes y a su llegada a un nuevo país y a garantizarles servicios básicos.
Esas medidas figuran junto a muchas otras en el borrador final del Pacto Mundial para la Migración, que será adoptado este viernes en la sede de Naciones Unidas.
El texto definitivo, que hoy las delegaciones están consultando con sus capitales, es muy similar a versiones anteriores y mantiene los 23 objetivos centrales que los países han discutido durante los últimos meses.
Entre esas metas figuran varias muy generales, como la de trabajar en el ámbito del desarrollo y la prevención de conflictos para reducir las situaciones que fuerzan a la gente a dejar su país de origen o la de mejorar las opciones de migración legal.
Pero también hay compromisos mucho más concretos, por ejemplo tratar de evitar la separación de familias -un tema polémico estos días en EE.UU-, usar la detención de migrantes únicamente como última opción u ofrecer servicios básicos a todos, sin importar su estatus migratorio.
Los Estados se comprometen también a mejorar su cooperación a la hora de salvar vidas de migrantes durante sus viajes, con misiones de búsqueda y rescate y garantizando que no se perseguirá legalmente a quien les dé apoyo de carácter “exclusivamente humanitario”.
Además, los Gobiernos prometen garantizar un regreso “seguro y digno” a inmigrantes expulsados y evitar siempre el retorno forzoso para quienes se enfrentan a un “riesgo real y previsible” de muerte, tortura u otros tratos inhumanos.
Los países de origen, mientras tanto, deberán readmitir siempre a sus nacionales y ofrecerles documentación adecuada para que puedan optar a migrar por canales regulares.
El pacto incluye también numerosos compromisos para tratar de mejorar las vidas de los inmigrantes, por ejemplo buscando que puedan beneficiarse de la “portabilidad” de sus cotizaciones a la seguridad social cuando aceptan un empleo en otro país o mejorando los sistemas para el envío de remesas a sus familias.
El contenido del acuerdo, en todo caso, no es vinculante y su aplicación dependerá de la voluntad de cada Gobierno.
En las negociaciones, que arrancaron el pasado febrero tras una extensa fase de consultas, han participado todos los Estados miembros de la ONU excepto Estados Unidos.
Washington, que bajo la Administración de Barack Obama se había comprometido a ser parte del proceso, anunció su salida el pasado diciembre al considerar que el pacto es “incoherente” con las políticas migratorias del Gobierno de Donald Trump.
Otros Gobiernos, mientras, han sido parte de las negociaciones, pero con prioridades muy divergentes a la mayoritaria, caso de Hungría, cuyas posturas impidieron a la Unión Europea (UE) negociar como un bloque, según fuentes diplomáticas.
Sin EE.UU., el resto de países tienen previsto dar por cerrado el acuerdo este viernes, aprobándolo por consenso y sin necesidad de una votación.
La adopción oficial del documento tendrá lugar en una cumbre que se celebrará los días 10 y 11 de diciembre en Marrakesh.