Jorge Flores quedó desempleado desde hace un mes, como parte de las consecuencias de la pandemia del coronavirus, pero decidió no quedarse de brazos cruzados y poner un negocio de pizzas con sus ahorros, pero fue víctima de un fraude que le costó 40 mil pesos.
El hombre de 50 años se desempeñaba como reportero en la Ciudad de México y comenta, que tras su despido solo tenía dos opciones: “quedarme a llorar o emprender algo con los pocos ahorros que tenía”.
Decidió trasladarse a Morelos, pero antes, desde la Ciudad de México, comenzó a comprar el equipo para su negocio desde internet y así es como conoció a quien dijo llamarse Miguel Ángel Rivera Tapia, a quien supuestamente le compraría un horno para hacer pizzas.
Jorge Flores hizo la negociación con el vendedor, su primera intención era “encontrar un flete de allá para acá. Me salía en dos mil pesos, entonces me comenta (el vendedor) que a él ya lo conocían allá porque mandaba mucho equipo y que ya era cliente de ahí, que mejor la enviaba él”.
“El envío (sí) se hizo por medio de la empresa Castores, se lo dejaron más económico y me dio un número de guía, me dijo ‘tú hablas y ahí te confirman’. Hablé y me dijeron que sí que tenían un horno y que iba para Morelos”.
Le preocupó que en la hoja de guía decía que el paquete era un molino y le comentó a Miguel Ángel Tapia, éste le respondió que había sido un error de dedo e incluso le envió un video desde las instalaciones de la empresa de transportes donde se aprecia que habla con una trabajadora, misma que dice que el pedido ya había salido y que ya no se podía cambiar la etiqueta, pero que efectivamente dentro había un horno y no un molino.
“Yo no creí que Castores se prestara para esas cosas”, dice el hombre, quien es padre de dos jovencitas, mismas que viven en la Ciudad de México.
Flores considera, que, a su criterio, sí existe una complicidad entre la empresa y el supuesto vendedor.
“Todavía me dijo que, si desconfiaba, que yo le pagara hasta que tuviera el horno en Oaxtepec, Morelos”.
Cuando llegó el paquete, Jorge Flores se trasladó a Cuernavaca, a las instalaciones, y recibió una caja grande de madera, sellada, luego realizó el pago por 36 mil 60 pesos a cuenta del hombre y se retiró, pero al momento de abrirla encontró que ésta contenía “chucherías viejas, usadas y echadas a perder. Simulando que tenía el horno”.
Al ver ésto, se comunicó inmediatamente con la empresa de envíos.
Desde que se dio cuenta que lo que recibió no era el horno buscó tener contacto de nueva cuenta con el supuesto vendedor, pero ya no tuvo contacto con él.
Él asegura que existe una complicidad entre la empresa Castores y el presunto defraudador, puesto que cuando él se comunica con ellos, éstos le dijeron que sí habían enviado el producto correcto pese a que en la etiqueta no estaba la especificación.
Hasta el momento no ha tenido una respuesta satisfactoria por parte de las autoridades, quienes le dijeron que podía hacer su denuncia vía internet por fraude. Cuenta con la documentación tanto del pago como de “Transportes Castores”, a quienes reclamó que no observaran que el contenido no era el que notificaron en el video enviado por Miguel Ángel Tapia.
“No se vale porque ya debo 40 mil pesos y apenas comienzo. Las rentas (que él cubre) se siguen pagando. Los gastos siguen y ya estoy en números rojos”, dice, pues lo invertido ha sido casi el total de sus ahorros y ahora el futuro es una incertidumbre.
En México, tras el confinamiento, la población ocupada en el país bajó de 55.7 millones en marzo de este año, a 45.4 millones en abril, de acuerdo con los resultados de la primera Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE). También, la tasa de desocupación fue de 5.4% en julio y de 5.5% en junio de 2020.