Durante el segundo debate presidencial llevado a cabo el 20 de mayo de 2018 en Tijuana, Ricardo Anaya le espetó a Andrés Manuel López Obrador: “el problema no es tu edad, el problema es que tus ideas son muy viejas… el problema es que no entiendes el mundo”. Las declaraciones que hizo Anaya en aquel debate me llamaron mucho la atención tanto entonces como ahora.
En los dos años de la administración del presidente López Obrador, Anaya había permanecido en un plano relativamente discreto. Las constantes acusaciones sobre corrupción a su persona y la sospecha que pesa sobre él de estar buscando un puesto de elección popular para conseguir fuero, se multiplicaron desde entonces.
En septiembre de 2020 Anaya volvió del ostracismo para presentar un libro con supuestas soluciones a los grandes problemas del país. Su texto -un compendio de soluciones mágicas, expuestas con un tono docto y pausado- es una reedición de las fórmulas neoliberales que ya han probado su fracaso en buena parte del mundo. Su propuesta es, no sólo volver a ese modelo, sino además profundizarlo.
El 18 de enero de 2021, Anaya anunció que recorrería mil municipios del país “para escuchar el sentir de la gente”. La noticia llegó junto con su auto “destape” para las candidaturas presidenciales de 2024. Llamó mucho la atención -para propios y extraños- su auto nominación a la candidatura panista cuando es sabido que ese partido político está pasando por un mal momento y tiene varios “presidenciables” que seguramente no tomaron con simpatía la declaración.
El pasado 26 de enero, Anaya inició su recorrido por diversos municipios de México. Sus publicaciones han concitado las burlas de buena parte de la población, que ven en ese ejercicio no como un deseo legítimo de “conocer los problemas” del país, sino como un montaje y una simulación. Olvida el anticipado candidato que los mexicanos ya padecimos una trampa similar durante el desgobierno de Enrique Peña Nieto.
El expresidente, de manera oficial, gastó poco más de 60 mil millones de pesos en “comunicación social” que es como llamaban a la promoción exacerbada de su imagen en todos los medios de comunicación.
Sin embargo, el gasto; se sabe que fue mucho mayor. La promoción de la imagen de Peña Nieto empezó desde que este era gobernador del Estado de México. Los 60 mil millones que se emplearon en impulsar su imagen, fueron sin duda una de las peores inversiones de que se tenga memoria, pues finalizó su mandato con una “aprobación” del 14%.
Hoy, a más de dos años de distancia, Anaya apuesta nuevamente por el montaje y la simulación.
Parece no darse cuenta que las cosas han cambiado en México. Recordando aquel episodio del debate, Anaya no se percata que apuesta por “ideas viejas” que ya han demostrado su fracaso contundente.
Personalmente, me surgen algunas dudas sobre sus recorridos, a saber: ¿con qué recursos está financiando sus viajes? ¿es con dinero propio o del erario? ¿su precampaña presidencial viola alguna disposición legal que deba sancionar el INE o el TEPJF? ¿cuántas personas lo acompañan en sus montajes? ¿qué equipo de producción utiliza? ¿a cambio de qué? ¿sus “aliados” y correligionarios partidistas se van a quedar cruzados de brazos viendo cómo se agandalla la candidatura presidencial? Ya veremos. Las elecciones aún están muy lejos.
Como nota final, espero que, durante sus recorridos de simulación, Anaya esté atento a los caminos que recorra. Que se llene los ojos de las veredas, bosques y montañas. Que disfrute de las puestas de sol y las playas. Deseo, sinceramente, que se deleite el paladar con todos los platillos del país. Que conozca el México profundo que tanto desprecian los antimexicanos como Jorge Castañeda o Gabriel Quadri. Espero que recorra los sitios arqueológicos del país, que conozca sus procesiones, sus fiestas, su música y sus leyendas.
Si lo alcanza la Justicia, al menos estará en prisión con un bello recuerdo de nuestro Hermoso País.
Caso contrario, conocer de cerca las necesidades de las personas puede hacer de Anaya un candidato viable para próximas elecciones. Ya que se decidió por seguir los pasos del presidente, no olvide que la tercera es la vencida.