#Nacionales Mexicana descubre molécula que podría combatir la obesidad

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La farmacobióloga mexicana Ariana Vargas Castillo identificó que la molécula angiotensina 1-7 podría ser útil para la creación de nuevos tratamientos contra la obesidad, gracias a que cuenta con una potencial capacidad de generar calor en el organismo humano, lo que protege al cuerpo de acumular cantidades excesivas de glucosa. Este descubrimiento la hizo acreedora a un premio internacional para investigadores jóvenes, otorgado por la revista “Metabolism Clinical and Experimental”.

El hallazgo revoluciona en el desarrollo farmacológico ya que, hasta la fecha, los medicamentos para combatir el sobrepeso y la obesidad han sido pensados para provocar una disminución en el apetito y para disminuir la absorción de lípidos -un tipo de molécula que regula el funcionamiento del metabolismo- y ninguno de ellos era dirigido al tejido adiposo blanco. La regulación de nuevas terapias es significativa, porque el peso descontrolado puede desencadenar padecimientos crónicos como la diabetes e hipertensión.

¿Cómo funciona el tejido adiposo blanco?

La investigadora, egresada del Departamento de Farmacobiología del Cinvestav, explicó que el tejido adiposo o también conocido como grasa blanca está compuesto por células, fibras y de materia gelatinosa. Esta mezcla de sustancias permite que cumpla distintas funciones dentro de nuestro organismo, por ello, este tejido está repartido en diferentes partes del cuerpo, como en la medula ósea y las mamas.

Este agente está localizado, específicamente, debajo de la piel en la grasa subcutánea y se encarga de dos funciones. Una de ellas es amortiguar y mantener en su lugar a los órganos internos y las estructuras externas del cuerpo, protegiéndolos de cualquier inestabilidad. Sin embargo, su principal encomienda es la de reservar a los lípidos, que a su vez, están encargados de producir la energía necesaria, generando calor y aumentando el gasto energético: “Lo que contribuye a prevenir la obesidad y mejorar la tolerancia a la glucosa”.

Este último procedimiento es conocido bajo el nombre de “termogénesis”, el cual, consiste en la generación de calor. Vargas Castillo expuso que, recientemente se descubrió que el tejido adiposo cambia de tonalidad de los tejidos a color beige, ante diversos estímulos, como lo son el frío o el ejercicio, adquiriendo con ello la capacidad para provocar calor y aumentar la energía.

“Sin embargo, en los pacientes con obesidad, el cambio de los adipocitos blancos a beige se ve afectado, aunque no se ha establecido el mecanismo por el cual sucede”, detalló la investigadora.

¿En qué consistió el nuevo descubrimiento?

Fue así que Vargas Castillo se dedicó a analizar cómo se activa la termogénesis, en la búsqueda de nuevos blancos terapéuticos que ayuden a la creación de tratamientos específicos para el control de la obesidad. De este modo, Ariana Vargas realizó un estudio de la angiotensina 1-7, un péptido que induce el cambio de adipocitos blancos a color beige. Los experimentos fueron realizados in vitro, con cultivos de adipocitos blancos; e in vivo, en diferentes animales, uno de ellos con obesidad.

El artículo científico, titulado “Angiotensin-(1-7) induces beige fat thermogenesis through the Mas receptor”, demostró que la angiotensina 1-7 contribuyó al aumento de la termogénesis, dentro del tejido adiposo blanco, sólo cuando este péptido fue unido al receptor Mas, presente en muchos tejidos del cuerpo.

La experta mencionó que en los casos en los que el receptor Mas estaba ausente, la administración de angiotensina 1-7 no generó tejido adiposo beige o termogénico. En cambio se identificó que hubo más ganancia de peso corporal y grasa.

A diferencia de lo sucedido cuando el receptor Mas estuvo presente, en conjunción con los efectos de la angiotensina 1-7, ya que fue sólo así que se detectó un aumento de marcadores moleculares relacionados con la termogénesis. Esto produjo mejor tolerancia a la glucosa, mayor pérdida de peso y disminución de grasa.

Vargas Castillo añadió que el estudio también midió los niveles de angiotensina 1-7 en personas con distintos índices de masa corporal (normal, sobrepeso, obesidad) con edades entre los 20 a 40 años y 40 a 60 años. “Los datos indicaron que a mayor cantidad de grasa en el cuerpo, menor es la de angiotensina 1-7, y que con la edad también disminuye la concentración de este péptido”, profundizó.

En este contexto, la farmacobióloga, que en la actualidad cursa sus estudios posdoctorales en la Escuela de Medicina de Harvard, advirtió que para que la angiotensina 1-7 sea utilizada en los tratamientos contra la obesidad, será necesario “comprobar en ensayos clínicos su potencial termogénico; así como conocer más del proceso de termogénesis y entender por qué se ve afectado durante esta enfermedad metabólica”.

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